12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 458<br />

Mary Shelley<br />

de parentesco, amor y amistad existentes en la sociedad. Padres<br />

y esposos, extremando los cuidados, reunían a sus familias en<br />

derredor suyo. Las madres y las esposas buscaban el apoyo de<br />

los <strong>hombre</strong>s que las acompañaban, y luego, con ternura y prevención,<br />

se volvían hacia los niños. Se sentían tristes pero no<br />

desesperadas. Todos creían que alguien se salvaría. Todos, con<br />

ese optimismo que caracterizó hasta el fin a nuestra naturaleza<br />

humana, creían que sus familiares se hallarían entre los supervivientes.<br />

Atravesamos Francia y la encontramos vacía de habitantes.<br />

Uno o dos lugareños subsistían en las ciudades más grandes, por<br />

las que vagaban como fantasmas. Así, nuestra expedición no vio<br />

incrementado su número con aquellas incorporaciones, sino que<br />

menguaba enormemente por culpa de la mortandad, hasta el<br />

punto de que resultaba más fácil contar a los escasos vivos que a<br />

los muertos. Como nunca abandonábamos a los enfermos hasta<br />

que su muerte nos permitía dejar sus cadáveres a recaudo de sus<br />

tumbas, nuestro viaje se demoraba, mientras día a día en nuestras<br />

tropas se abría una brecha espantosa y sus miembros morían por<br />

decenas, por cientos. La muerte no nos demostraba la menor piedad.<br />

Habíamos dejado de esperarla y todos los días recibíamos la<br />

salida del sol con la sensación de que ya no volveríamos a ver<br />

otro amanecer.<br />

Los terrores nerviosos y las visiones temibles que se habían<br />

apoderado de nosotros durante la primavera siguieron visitando<br />

a nuestras huestes acobardadas mientras duró el triste viaje.<br />

Cada noche traía consigo sus nuevas creaciones de espectros; un<br />

fantasma aparecía junto a cada árbol agostado y detrás de los arbustos<br />

acechaban toda clase de formas espantosas. Gradualmente<br />

nos acostumbrábamos a aquellas maravillas comunes, y entonces<br />

surgían otras. En determinado momento se tuvo la certeza de que<br />

el sol salía una hora más tarde de lo que, por estación, le correspondía.<br />

Poco después se descubrió que cada vez brillaba menos y<br />

que las sombras adoptaban una apariencia atípica. Era imposible<br />

imaginar los terribles efectos que esas ilusiones extravagantes habrían<br />

producido en la vida ordinaria que los <strong>hombre</strong>s habíamos<br />

experimentado antes. En realidad nuestros sentidos carecen has-<br />

458

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!