12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 92<br />

Mary Shelley<br />

keley; leía las historias de Grecia y Roma, así como la de los periodos<br />

anteriores de Inglaterra, y observaba los movimientos de<br />

la señora de mi corazón. De noche distinguía su sombra en las<br />

paredes de sus aposentos; de día la divisaba en su jardín o montando<br />

a caballo en el parque con sus acompañantes habituales.<br />

Creía que el encantamiento se rompería si me veían, pero hasta<br />

mí llegaba la música de su voz, y me sentía feliz. Ponía su rostro,<br />

su belleza y sus inigualables excelencias a todas las heroínas sobre<br />

las que leía; a Antígona cuando guiaba a Edipo, ciego, hasta<br />

el recinto sagrado de las Euménides, y cuando celebraba el funeral<br />

por Polinices; a Miranda en la cueva solitaria de Próspero; a<br />

Haidee, en las arenas de la isla jónica. <strong>El</strong> exceso de devoción pasional<br />

me hacía perder el juicio, pero el orgullo, indómito como<br />

el juego, formaba parte de mi naturaleza, y me impedía ponerme<br />

en evidencia con palabras o miradas.<br />

Por entonces, mientras me deleitaba de aquel modo con esos<br />

ricos ágapes mentales, hasta un campesino hubiera desdeñado mi<br />

escasísimo alimento, que en ocasiones robaba a las ardillas del<br />

bosque. Admito que a menudo me vi tentado de recurrir a las travesuras<br />

de mi infancia para abatir a los faisanes casi domesticados<br />

que poblaban los árboles y posaban sus ojos en mí. Pero eran<br />

propiedad de Adrian y estaban protegidos por Idris. Y así, aunque<br />

mi imaginación, aguzada por las privaciones, me llevaba a<br />

pensar que más servicio harían asándose en mi cocina que convirtiéndose<br />

en hojas del bosque<br />

92<br />

sin embargo<br />

reprimí mi altiva voluntad<br />

y no comí.*<br />

Me alimentaba de sentimientos y soñaba en vano con «esos<br />

dulces pedazos» que no lograba durante la vigilia.<br />

Pero en esa época todo el plan de mi existencia estaba a punto<br />

de cambiar. Hijo huérfano de Verney, me hallaba muy próximo a<br />

unirme al engranaje de la sociedad colgado de una cadena de oro,<br />

* Himno a Mercurio, Homero, en traducción inglesa de P.B. Shelley. (N. del T.)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!