12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 98<br />

Mary Shelley<br />

–No, señora –intervino Adrian–, a menos que mi hermana<br />

consienta en no volver a verlo, será sin duda un tormento inútil<br />

separarlos un mes.<br />

–Por supuesto –respondió la reina con tono amargo y burlón–,<br />

su amor y sus escarceos infantiles deben compararse en todo a mis<br />

años de esperanzas y temores, a los deberes que corresponden a<br />

los descendientes de reyes, a la conducta intachable y digna que alguien<br />

de su rango debe perseguir. Pero sería rebajarme tratar de<br />

discutir o lamentarme. ¿Tal vez serás tan amable como para prometerme<br />

que no contraerás matrimonio en este tiempo?<br />

Lo preguntó con tono algo irónico, e Idris se preguntó por qué<br />

su madre quería arrancarle la promesa solemne de que no hiciera<br />

algo que ni se le había pasado por la cabeza. Con todo, la promesa<br />

se había solicitado y ella accedió a cumplirla.<br />

Todo prosiguió alegremente a partir de entonces. Nos encontrábamos<br />

como de costumbre y conversábamos sin temor de<br />

nuestros planes de futuro. La condesa se mostraba tan amable y,<br />

ajena a su costumbre, incluso tan afectuosa con sus hijos, que éstos<br />

empezaron a albergar esperanzas de que, con el tiempo, acabara<br />

cediendo a sus deseos. Se trataba de una mujer muy distinta<br />

a ellos, en todo alejada de sus gustos, y los jóvenes no hallaban<br />

placer en su compañía ni en la idea de cultivarla, pero sí se alegraban<br />

de ver que se mostraba conciliadora y amable. Incluso en<br />

una ocasión Adrian se atrevió a proponerle que me recibiera. <strong>El</strong>la<br />

declinó con una sonrisa, recordándole que su hermana le había<br />

prometido ser paciente.<br />

Un día, cuando el lapso de un mes estaba a punto de expirar,<br />

Adrian recibió carta de un amigo de Londres en la que requería su<br />

presencia inmediata para tratar de un asunto de cierta importancia.<br />

Inocente como era, no sospechó ningún engaño. Yo le acompañé<br />

a caballo hasta Staines. Estaba de buen humor y, como yo no<br />

podría ver a Idris durante su ausencia, me prometió regresar pronto.<br />

Su alegría, que era extrema, logró el raro efecto de despertar en<br />

mí los sentimientos contrarios. <strong>El</strong> presentimiento de algo malo no<br />

me abandonaba. Me demoré en mi regreso, contando las horas<br />

que me faltaban para ver de nuevo a Idris. ¿Cuándo sería? ¿Qué<br />

cosas malas podían suceder entretanto? ¿Acaso no podía su ma-<br />

98

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!