12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 505<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

<strong>El</strong> vaivén de estas ideas y sentimientos sube y baja eternamente,<br />

sin cambio ninguno, aunque las orillas y las formas que me rodean<br />

y que gobiernan su curso, y los reflejos en las olas, sí varíen.<br />

Así, la sensación de pérdida inmediata decayó algo con el tiempo,<br />

mientras que la soledad absoluta e irremediable creció en mí con<br />

el paso de los días. Llevaba ya tres recorriendo Ravena, pensando<br />

sólo en mis seres amados, que dormían en las cuevas del océano<br />

o en el espacio en blanco que se extendía ante mí. Temblaba<br />

cada vez que debía dar un paso y me marchitaba ante cada cambio<br />

que marcaba el avance de las horas.<br />

Tres días pasé recorriendo de un lado a otro la ciudad melancólica.<br />

Dedicaba horas enteras a ir de casa en casa, escuchando<br />

con atención por si detectaba alguna señal de existencia humana.<br />

En ocasiones llamaba a una campana, que resonaba en los salones<br />

abovedados. <strong>El</strong> silencio siempre sucedía a su tañido. Me consideraba<br />

a mí mismo desesperado, pero seguía albergando alguna<br />

esperanza y, por tanto, la decepción se colaba al cabo del tiempo<br />

y hundía de nuevo el acero frío y afilado que me había desgarrado<br />

antes en la herida abierta y dolorosa. Me alimentaba como<br />

una bestia salvaje que busca comida sólo cuando un hambre<br />

atroz la asalta. No me cambié de ropas ni busqué el refugio de un<br />

techo durante esos días, en los que me vi poseído por calores ardientes,<br />

irritación nerviosa, un flujo incesante pero confuso de<br />

ideas, noches en blanco y días imbuidos de enfermiza agitación.<br />

A medida que la fiebre se apoderaba de mi sangre me asaltaba<br />

el deseo irreprimible de caminar. Recuerdo que el sol se había<br />

puesto ya tras el quinto día de mi naufragio cuando, sin propósito<br />

ni destino, abandoné la ciudad de Ravena. Debía de hallarme<br />

muy enfermo. De haberme poseído más o menos delirios, tal vez<br />

ésa habría sido mi última noche, porque mientras seguía andando<br />

por las orillas del Mantone, cuyo curso ascendente yo seguía,<br />

observaba con anhelo el caudal del agua, pensando que sus ondas<br />

cristalinas podrían aliviar mis penas para siempre. No entendía<br />

que me hubiera demorado tanto en buscar en ellas protección<br />

contra las flechas envenenadas del pensamiento, que me desgarraban<br />

una y otra vez. Caminé sin detenerme gran parte de la noche,<br />

hasta que el cansancio excesivo venció mi repugnancia a en-<br />

505

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!