12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 312<br />

Mary Shelley<br />

No se hallaba en mi naturaleza extraer consuelo de tales lugares:<br />

de los teatros, cuyas falsas risotadas y alegría discordante<br />

despertaban una simpatía forzada, o donde las lágrimas y los lamentos<br />

ficticios se burlaban de la pena real; de las fiestas o las<br />

reuniones concurridas, donde la hilaridad nacía de los peores<br />

sentimientos de nuestra naturaleza o donde la exaltación de los<br />

mejores parecía fijada con un barniz de estridencia y falsedad; de<br />

las reuniones de personas plañideras disfrazadas de personas festivas.<br />

Sin embargo, en una ocasión presencié una escena de gran<br />

interés en un teatro, una escena en que la naturaleza superó al<br />

arte, del mismo modo que una poderosa catarata se burla de una<br />

ridícula cascada artificial, hasta ese momento alimentada con<br />

parte del caudal de aquélla.<br />

Había acudido a Londres para visitar a Adrian, pero a mi llegada<br />

constaté que no se encontraba en el palacio. Aunque sus<br />

asistentes ignoraban su paradero, creían que no regresaría hasta<br />

última hora de la noche. No habían dado aún las siete de aquella<br />

agradable tarde de verano y yo me dedicaba a pasear por las calles<br />

vacías de la ciudad. Ahora me desviaba para evitar un funeral<br />

que se aproximaba, luego la curiosidad me llevaba a observar<br />

el estado de algún lugar concreto. Pero aquel paseo me llenaba de<br />

tristeza, pues el silencio y el abandono se apoderaban de todo lo<br />

que veía, y las escasas personas con que me cruzaba presentaban<br />

un aspecto pálido y desmejorado, tan marcado por la desconfianza<br />

y la zozobra que, temeroso de encontrarme sólo con<br />

aquellos signos de desgracia, desanduve mis pasos y me encaminé<br />

a casa.<br />

Una vez en Holborn, pasé frente a una posada llena de grupos<br />

ruidosos cuyas canciones, risotadas y gritos me parecieron más<br />

tristes que el rostro pálido y el silencio de las plañideras. Precisamente<br />

una de ellas pululaba por las inmediaciones. <strong>El</strong> lamentable<br />

estado de su atuendo proclamaba su pobreza; estaba muy pálida<br />

y cada vez se acercaba más. Primero miró por la ventana y después<br />

por la puerta, como temerosa y al mismo tiempo deseosa de<br />

entrar. En uno de los corrillos empezaron a cantar y a reírse y la<br />

mujer sintió aquellas muestras de alegría como aguijonazos en el<br />

corazón. «¿Cómo puede ser capaz?», murmuró, y entonces, ha-<br />

312

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!