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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 156<br />

Capítulo IX<br />

Así de tristes y desordenados eran los pensamientos de mi pobre<br />

hermana cuando en ella se disipó toda duda de la infidelidad de<br />

Raymond. Sus virtudes y sus defectos se aliaron para que el golpe<br />

recibido fuera incurable. <strong>El</strong> afecto que profesaba por mí, su<br />

hermano, por Adrian y por Idris estaba sujeto, en realidad, a la<br />

pasión que dominaba su corazón: incluso su ternura maternal tomaba<br />

prestada la mitad de sus fuerzas de la dicha que sentía al recrear<br />

los rasgos y la expresión de Raymond en el semblante de su<br />

hija. Durante su infancia había sido reservada e incluso seria,<br />

pero el amor había suavizado las asperezas de su carácter, y su<br />

unión con Raymond había hecho que afloraran sus talentos y<br />

afectos. Ahora, traicionados unos y perdidos los otros, en cierto<br />

sentido retornó a su disposición anterior. <strong>El</strong> orgullo concentrado<br />

de su naturaleza, olvidado durante su sueño de felicidad, salió de<br />

su letargo, y con él lo hicieron los colmillos viperinos que llevaba<br />

clavados en el corazón. La humildad de su espíritu potenciaba la<br />

fuerza del veneno; la estima que sentía por sí misma aumentó<br />

mientras se vio distinguida con el amor de su <strong>hombre</strong>; pero ¿qué<br />

valía ahora que él la había apartado de sus preferencias? Se había<br />

ufanado de haberlo ganado para sí, y de mantenerlo, pero ahora<br />

otra se lo había arrebatado, y su confianza en sí misma se había<br />

enfriado más que un carbón empapado de agua.<br />

Nosotros, en nuestro retiro, nos mantuvimos durante largo<br />

tiempo ignorantes de su desgracia. Poco después de la fiesta pidió<br />

que le mandaran a su hijita, y luego pareció olvidarnos. Adrian<br />

observó un cambio en ella durante una visita posterior. Pero no<br />

supo concretar su alcance ni adivinar sus causas. Marido y mujer<br />

seguían apareciendo juntos en público y vivían bajo el mismo techo.<br />

Raymond se mostraba cortés, como siempre, aunque en oca-<br />

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