12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 374<br />

Mary Shelley<br />

ra. Pero la altiva reina destronada opinaba, como Octavio César<br />

y Marco Antonio, que<br />

374<br />

no cabíamos los dos<br />

en esta tierra.*<br />

<strong>El</strong> día de nuestra partida se fijó para el veinticinco de noviembre.<br />

<strong>El</strong> clima era templado. De noche caía una lluvia mansa y de<br />

día brillaba el sol invernal. Nuestro grupo avanzaría en comitivas<br />

distintas y seguiría distintas rutas, que se unirían de nuevo en París.<br />

Adrian y su división, formada en su totalidad por quinientas<br />

personas, viajarían hasta Dover, y de allí a Calais.<br />

<strong>El</strong> 20 de noviembre Adrian y yo recorrimos a caballo por última<br />

vez las calles de Londres, cubiertas de hierba y desoladas. Las<br />

puertas abiertas de las mansiones vacías chirriaban. En los peldaños<br />

de las casas se acumulaban el polvo y plantas marchitas. Los<br />

chapiteles mudos de las iglesias se clavaban en un aire exento de<br />

humo. Los templos permanecían abiertos, pero en sus altares no<br />

rezaban los fieles. <strong>El</strong> moho y la humedad ya habían manchado<br />

sus ornamentos, y pájaros y animales domésticos, ahora sin hogar,<br />

habían escogido aquellos lugares santos para construir sus<br />

nidos y sus madrigueras. Pasamos junto a la catedral de San Pablo.<br />

Londres, que se había extendido mucho en suburbios construidos<br />

en todas direcciones, había quedado algo desierto en su<br />

centro, y gran parte de lo que en épocas anteriores había oscurecido<br />

aquel inmenso edificio había sido demolido. Su imponente<br />

mole, su piedra ennegrecida, su alta cúpula, la hacían parecer,<br />

más que un templo, un sepulcro. Sobre su pórtico había una lápida<br />

grabada con el epitafio de Inglaterra. Nos dirigimos hacia el<br />

este, conversando de los asuntos solemnes que los tiempos dictaban.<br />

No se oía paso alguno ni se veía a nadie. Grupos de perros,<br />

abandonados por sus amos, pasaban junto a nosotros. Y de vez<br />

en cuando algún caballo, sin silla ni bridas, se acercaba a nosotros<br />

e intentaba atraer la atención de los nuestros, como incitándolos<br />

a recobrar su libertad. Un buey desuncido que había es-<br />

* Antonio y Cleopatra, acto V, escena I, de William Shakespeare. (N. del T.)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!