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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 230<br />

Mary Shelley<br />

lo, mi decepción. Guiando de ese modo sus pensamientos, les di<br />

un objeto con que sacarlos de la locura. Con aparente calma me<br />

habló del lugar más probable donde podríamos encontrarlo y<br />

planeó los medios a los que recurrir para alcanzar tal fin. Luego,<br />

al saber del apetito y el cansancio que sentía, ella misma me trajo<br />

alimento. Busqué el instante propicio y traté de despertar en ella<br />

algo que la sacara del mortífero sopor de la pena. Mientras hablaba,<br />

me dejé llevar por mis palabras: la admiración profunda, el<br />

pesar, la consecuencia del más sincero afecto, el desbordamiento<br />

de un corazón lleno de comprensión por todo lo que había sido<br />

grande y sublime en la carrera de mi amigo, me inspiraban mientras<br />

pronunciaba sus alabanzas.<br />

–¡Ay de nosotros! –exclamé–, que hemos perdido este <strong>último</strong><br />

honor del mundo. ¡Amado Raymond! Se ha ido a las naciones de<br />

los muertos. Se ha convertido en uno de los que, morando en ellas,<br />

iluminan las oscuras tumbas. Ha transitado la senda que conduce<br />

a esas regiones y se ha unido a las poderosas almas que lo precedieron.<br />

Cuando el mundo se hallaba en su infancia, la muerte debe<br />

de haber sido algo terrible, y el <strong>hombre</strong> abandonaba a familiares<br />

y amigos para morar, extranjero solitario, en un país desconocido.<br />

Pero ahora el que muere se encuentra con muchos compañeros<br />

que se fueron antes que él y que se preparan para recibirlo. Lo<br />

pueblan los más grandes de las pasadas eras, y el héroe aclamado<br />

de nuestros días se cuenta entre sus habitantes, mientras la vida<br />

se convierte, doblemente, en «desierto y soledad».*<br />

»Qué noble criatura era Raymond, el primero entre los <strong>hombre</strong>s<br />

de nuestro tiempo. Por la grandeza de sus ideas, por la hermosa<br />

osadía de sus actos, por su ingenio y su belleza, se ganó y<br />

gobernó las mentes de todos. Sólo un reproche podría haberse<br />

elevado en su contra, pero la muerte lo deja sin efecto. He oído<br />

hablar de su inconstancia en el propósito: cuando renunció, en<br />

aras el amor, a la esperanza de convertirse en soberano, y cuando<br />

abdicó del Protectorado de Inglaterra, hubo quien lo culpó de fal-<br />

* Adaptación de un verso de The Revenge, de Edward Young: «Life is the<br />

desert, Life the solitude/Death joins us to the great majority». (La vida es el desierto,<br />

es la soledad/la muerte a la gran mayoría nos une.) (N. del T.)<br />

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