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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 122<br />

Mary Shelley<br />

Nos alegraba enormemente alejarnos del tumulto político que<br />

dejábamos atrás, y anhelábamos volver a nuestras soledades con<br />

energías redobladas. No echábamos de menos las ocupaciones.<br />

En mi caso, mis intereses se centraban exclusivamente en el ejercicio<br />

intelectual. Había descubierto que el estudio serio era una<br />

excelente medicina para curar las fiebres del espíritu que, de haberme<br />

mantenido indolente, sin duda me hubieran asaltado. Perdita<br />

nos había permitido llevarnos a Clara al castillo, y ella y mis<br />

dos preciosos hijos eran motivo de interés y distracción permanentes.<br />

La única circunstancia que perturbaba nuestra paz era la salud<br />

de Adrian. Su deterioro era claro, aunque ninguno de sus síntomas<br />

nos llevaba a adivinar la enfermedad que padecía. Pero<br />

algo en el brillo de sus ojos, en su expresión arrebatada, en el color<br />

de sus mejillas, nos hacía temer que estuviera consumiéndose.<br />

Con todo, nuestro amigo no sentía dolor ni miedo alguno. Se entregaba<br />

con ardor a la lectura y descansaba del estudio en compañía<br />

de sus seres más queridos, su hermana y yo. A veces se<br />

acercaba a Londres para reunirse con Raymond y ser testigo del<br />

desarrollo de los acontecimientos. Solía llevarse a Clara en aquellas<br />

visitas, en parte para que pudiera ver a sus padres y en parte<br />

porque a Adrian le fascinaban el parloteo y el gesto inteligente de<br />

aquella niña encantadora.<br />

Entretanto, en la capital todo marchaba bien. Las nuevas elecciones<br />

se habían celebrado. <strong>El</strong> Parlamento se reunía y Raymond<br />

vivía ocupado en mil planes de mejora. Se proyectaban canales,<br />

acueductos, puentes, edificios estatales, así como varias instalaciones<br />

de utilidad pública. Siempre estaba rodeado de proyectistas<br />

y proyectos destinados a hacer de Inglaterra escenario de fertilidad<br />

y magnificencia. La pobreza iba a ser erradicada. Los<br />

<strong>hombre</strong>s se trasladarían de un lugar a otro casi con la misma facilidad<br />

que los príncipes Hussein, Alí y Ahmed en Las mil y una<br />

noches. <strong>El</strong> estado físico del <strong>hombre</strong> pronto dejaría de depender<br />

de la benevolencia de los ángeles. La enfermedad sería abolida y<br />

de los trabajos se suprimirían las cargas más pesadas. Nada de<br />

todo ello parecía extravagante. Las artes de la vida y los descubrimientos<br />

de la ciencia, habían aumentado en una proporción<br />

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