12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 310<br />

Mary Shelley<br />

ban de los establos abandonados y pacían en los campos de trigo,<br />

pues sólo sobre los <strong>hombre</strong>s se abatía la muerte.<br />

Con la llegada del verano y el regreso de la mortandad, nuestros<br />

temores crecieron. Mi pobre amor y yo nos miramos y miramos<br />

a nuestros hijos.<br />

–Los salvaremos, Idris –dije yo–. Los salvaré. Dentro de unos<br />

años les hablaremos de nuestros temores, que ya habrán desaparecido.<br />

Aunque ellos sean los únicos que sobrevivan en la tierra,<br />

vivirán, y ni sus mejillas palidecerán ni languidecerán sus voces.<br />

Nuestro hijo mayor entendía hasta cierto punto las escenas<br />

que presenciaba a su alrededor y en ocasiones, con gesto serio me<br />

preguntaba sobre el motivo de tan vasta desolación. Pero sólo tenía<br />

diez años y la hilaridad de la juventud no tardaba en desfruncirle<br />

el ceño. Evelyn, querubín sonriente, niño juguetón, sin<br />

idea alguna de lo que era el dolor o la pena, lograba, mientras se<br />

apartaba los tirabuzones de los ojos, que en los todos salones resonara<br />

el eco de su alegría y atraía nuestra atención con miles de<br />

artimañas. Clara, nuestra adorada y bondadosa Clara, era nuestro<br />

sostén, nuestro solaz, nuestra delicia. Se había empeñado en<br />

asistir a los enfermos, en consolar a los tristes, en ayudar a los ancianos,<br />

y además participaba de las actividades de los jóvenes y<br />

de su alegría. Iba de sala en sala como un espíritu bueno enviado<br />

por el reino celestial para iluminarnos en aquella hora oscura con<br />

su esplendor ultraterreno. La gratitud y el elogio se alzaban a su<br />

paso. Y sin embargo, cuando con gran sencillez jugaba en nuestra<br />

presencia con nuestros hijos, o con entrega infantil realizaba<br />

pequeñas tareas para Idris, nos preguntábamos en qué rasgos de<br />

su encanto puro, en qué tonos suaves de su melodiosa voz, residía,<br />

tanto heroísmo, sagacidad y benevolencia.<br />

<strong>El</strong> verano transcurría tedioso, pues nosotros confiábamos en<br />

que el invierno acabara al fin con la enfermedad. Que ésta desapareciera<br />

por completo era una esperanza demasiado íntima,<br />

demasiado sentida como para expresarla en palabras. Cuando<br />

alguien, inconsciente, la pronunciaba en voz alta, quienes la escuchaban<br />

entre lágrimas y sollozos demostraban lo profundo<br />

de sus temores, lo frágil de su propia fe. En cuanto a mí, mi misión<br />

en aras del bien común me permitía observar con más deta-<br />

310

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!