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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 457<br />

Capítulo VII<br />

Aquellos acontecimientos consumieron tanto tiempo que junio<br />

había dejado atrás la mitad de sus días cuando iniciamos de nuevo<br />

nuestro viaje largamente postergado. Tras mi llegada a Versalles,<br />

seis <strong>hombre</strong>s, de entre los que había dejado en Villeneuve-la-<br />

Guiard hicieron su aparición y nos informaron de que el resto<br />

había seguido camino de Suiza. Nosotros emprendimos la marcha<br />

siguiendo el mismo camino.<br />

Resulta curioso, una vez transcurrido cierto tiempo, volver la<br />

vista atrás sobre una época que, aunque breve en sí misma, parecía,<br />

mientras se desarrollaba, de duración interminable. Hacia<br />

mediados de julio llegamos a Dijon, y a finales de ese mes, aquellos<br />

días y semanas se habían confundido con el océano de un<br />

tiempo olvidado que en su transcurrir rebosaba de sucesos fatales<br />

y penas agonizantes. A finales de julio apenas había transcurrido<br />

poco más de un mes, si la vida del <strong>hombre</strong> había de medirse<br />

recurriendo a las salidas y las puestas del sol. Pero, ¡ay!, en ese<br />

intervalo a la ardiente juventud le habían salido canas. Arrugas<br />

profundas e indelebles surcaban las mejillas sonrosadas de la joven<br />

madre; los miembros elásticos de los <strong>hombre</strong>s jóvenes, paralizados<br />

por la carga de los años, adoptaban la decrepitud de la<br />

edad. Transcurrían noches durante cuya fatal oscuridad el sol envejecía<br />

antes de salir de nuevo, y días ardientes que aguardaban<br />

la llegada de un atardecer balsámico que sofocara el calor malvado,<br />

pero que, venido de climas orientales, llegaba desgastado e<br />

inútil; días en los que el reloj, radiante en su posición de mediodía,<br />

no movía su sombra ni una sola hora, hasta que una vida entera<br />

de tristeza llevaba al sufriente a una tumba prematura.<br />

De Versalles salimos mil quinientas almas el 18 de junio.<br />

Avanzábamos en una lenta procesión que incluía todos los lazos<br />

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