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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 335<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

para infundir valor a nuestro bando como para impresionar al<br />

desorganizado enemigo. Incluso contábamos con música. Los estandartes<br />

ondeaban al viento y gaitas y trompetas emitían sus<br />

acordes de aliento y de victoria. Un observador avezado hubiera<br />

descubierto tal vez cierta vacilación en el paso de los soldados,<br />

pero ésta no se debía tanto al miedo al adversario como al temor<br />

que la enfermedad les causaba, a la tristeza, a los lúgubres pronósticos<br />

que con frecuencia afectaban más a los valientes y sometían<br />

a los corazones viriles a una postración abyecta.<br />

Adrian conducía las tropas lleno de prevenciones. Para él era<br />

poco consuelo que nuestra disciplina nos llevara al éxito en un<br />

conflicto como ése. Mientras la epidemia siguiera acechando<br />

para igualar a conquistadores y conquistados, no era la victoria<br />

lo que él deseaba, sino una paz sin sangre. En nuestro avance nos<br />

encontrábamos con bandas de campesinos cuyas precarias condiciones,<br />

cuya desesperación y horror, nos hablaban al instante<br />

de la naturaleza fiera del enemigo que se acercaba. <strong>El</strong> insensato<br />

espíritu de conquista y la sed de saqueo los cegaba, y con furia<br />

demente llevaban el país a la ruina. La visión de los militares devolvía<br />

la esperanza a los que huían y la venganza ocupaba el lugar<br />

del miedo, una venganza que contagiaban a los soldados. La<br />

desazón se tornaba en ardor guerrero, el paso cansino en rápida<br />

marcha, y el murmullo sordo de la multitud, inspirado por un<br />

sentimiento de muerte, llenaba el aire, amortiguando el chasquido<br />

de las armas y los sonidos de la música. Adrian percibía el<br />

cambio y temía que resultara difícil impedirles descargar su terrible<br />

furia sobre los irlandeses. Avanzaba a caballo hacia las líneas<br />

enemigas, ordenaba a los oficiales que reprimieran a las tropas,<br />

exhortaba a los soldados, restablecía el orden, apaciguaba en<br />

algo la violenta agitación que henchía los pechos.<br />

Fue en Saint Albans donde nos encontramos con algunos irlandeses<br />

rezagados. Se batían en retirada y, uniéndose a otros<br />

compañeros, avanzaban en busca del cuerpo central de su expedición.<br />

Hicieron de Buckingham su cuartel general y enviaron<br />

una avanzadilla para que averiguara nuestra posición. Nosotros<br />

pasamos la noche en Luton. A la mañana siguiente un movimiento<br />

simultáneo nos llevó a las dos partes a avanzar. Amane-<br />

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