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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 519<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

za impronunciable que cubría esas realidades desnudas. ¡Oh, corazón<br />

cansado y palpitante! ¿He de diseccionar tus fibras y contar<br />

que en cada una de ellas existía un infortunio inextinguible,<br />

una desgracia extrema, lamentos y desesperación? ¿He de anotar<br />

tus muchos disparates, las maldiciones crueles que pronunciaba<br />

contra una naturaleza implacable, los días enteros que pasaba<br />

alejado de la luz y el alimento, alejado de todo excepto del infierno<br />

que quemaba en mi propio pecho?<br />

Entretanto se me presentó otra ocupación, que era la que mejor<br />

me venía para disciplinar mis pensamientos melancólicos, que<br />

andaban hacia atrás para alcanzar muchas ruinas, muchos prados<br />

en flor e incluso muchos paisajes de montaña, que fueron los<br />

que me vieron nacer.<br />

Durante una de mis incursiones por los edificios romanos hallé<br />

los manuscritos de un autor esparcidos sobre la mesa de un estudio.<br />

Contenían una disquisición erudita sobre la lengua italiana.<br />

Y en una página, una dedicatoria inconclusa a la posteridad,<br />

para cuyo bien el escritor había escogido los más bellos recursos<br />

de su armoniosa lengua, y a cuyos beneficios duraderos había entregado<br />

sus esfuerzos.<br />

«¡Yo también escribiré un libro! –exclamé–. ¿Para que lo lea<br />

quién? ¿A quién estará dedicado?» Y entonces, con necia floritura<br />

(¿qué hay más caprichoso e infantil que la desesperación?), escribí:<br />

dedicatoria<br />

a los ilustres muertos.<br />

sombras, ¡despertad y leed sobre vuestra caída!<br />

contemplad la historia<br />

del <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

Y sin embargo, ¿acaso no se repoblará el mundo, y los hijos de<br />

un par de amantes salvados en algún refugio por mí desconocido<br />

y para mí inalcanzable, tras vagar hasta estas prodigiosas reliquias<br />

de una raza anterior a la peste, desearán saber cómo unos<br />

seres tan asombrosos en sus logros, dotados de una imaginación<br />

infinita, partieron de su casa en pos de otro país desconocido?<br />

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