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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 2<strong>07</strong><br />

Capítulo II<br />

A mi llegada, descubrí que el ejército ya había recibido órdenes<br />

de avanzar de inmediato hacia Constantinopla, y que las tropas<br />

que menos habían sufrido en la batalla ya se habían puesto en<br />

marcha. La ciudad era un hervidero de actividad. Las heridas de<br />

Argyropylo, que lo incapacitaban para el mando, convertían a<br />

Raymond en comandante de todos los ejércitos. Recorría la ciudad<br />

a caballo visitando a los heridos, dando las órdenes necesarias<br />

para iniciar el asedio tal como lo había planeado. A primera<br />

hora de la mañana, todo el ejército estaba ya en marcha. Con<br />

las prisas del momento, apenas tuve tiempo de celebrar los <strong>último</strong>s<br />

oficios de Evadne. Ayudado sólo por mi asistente, cavé una<br />

tumba profunda junto al árbol y, sin despojarla de sus ropas de<br />

soldado, la deposité en ella y cubrí el sepulcro con un montículo<br />

de piedras. <strong>El</strong> sol cegador y la intensa luz del día privaron a la escena<br />

de toda solemnidad. Desde la tumba de Evadne me uní a<br />

Raymond y a su destacamento, que ya se dirigían a la Ciudad<br />

Dorada.<br />

Constantinopla ya había sido sitiada, se habían excavado<br />

trincheras y se habían realizado incursiones. Toda la flota griega<br />

la bloqueaba por mar. En tierra, dese el río Kyat Kbanah, cerca<br />

de las Aguas Dulces, hasta la Torre de Mármara, a orillas del<br />

Helesponto, siguiendo todo el trazado de las antiguas murallas,<br />

se habían dispuesto las zanjas del asedio. Pera ya estaba en nuestro<br />

poder; el Cuerno de Oro mismo, la ciudad, cuyo bastión era<br />

el mar, y los muros de los emperadores griegos, cubiertos de hiedra,<br />

eran toda la Europa que los mahometanos podían reclamar<br />

como suya. Nuestro ejército veía en la capital una presa segura.<br />

Calcularon el número de soldados que permanecían en la guarnición;<br />

no era posible su relevo, y cada ruptura de las defensas<br />

2<strong>07</strong>

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