12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 129<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

de pedir ayuda a sus paisanos, Evadne hizo una pausa, aunque<br />

parecía tener más que decir, algo que no era capaz de expresar<br />

con palabras. Entretanto era Raymond el que se mostraba elocuente.<br />

Le animaba el deseo de devolver a su amiga al rango social<br />

al que pertenecía, así como sus propiedades perdidas, y se<br />

sentía lleno de energía, con todos sus deseos e intenciones concentrados<br />

en la resolución de ese asunto. Pero se sentía atado:<br />

Evadne le había hecho prometer que ocultaría a todos sus amigos<br />

su estancia en Inglaterra.<br />

–Los familiares del conde de Windsor –dijo altiva– creen sin<br />

duda que le causé una herida. Tal vez el conde mismo sería el primero<br />

en perdonarme, pero seguramente no merezco el perdón.<br />

Actué entonces, como siempre, movida por el impulso. Quizás al<br />

menos esta penosa morada sea la prueba que demuestre el desinterés<br />

que ha impulsado mi conducta. No importa. No deseo defender<br />

mi causa ante ninguno de ellos, ni siquiera ante su señoría,<br />

si no me hubiera descubierto. <strong>El</strong> tenor de mis acciones demostrará<br />

que prefería morir a convertirme en blanco de burlas: «¡Mirad<br />

todos a la orgullosa Evadne vestida con harapos! ¡Mirad a la<br />

princesa mendiga!» La mera idea está cargada de veneno de áspid.<br />

Prométame que no violará mi secreto.<br />

Raymond así lo hizo. Y acto seguido se enzarzaron de nuevo<br />

en la conversación. Evadne requería de él otro compromiso: que<br />

no aceptara ningún beneficio para ella sin su consentimiento y<br />

que no le ofreciera ningún alivio a su situación.<br />

–No me degrade ante mis propios ojos –dijo–. La miseria ha<br />

sido mi nodriza durante largo tiempo. Su rostro es duro, pero es<br />

honesta. Si el deshonor, o lo que yo entiendo como deshonor, se<br />

acerca a mí, estoy perdida.<br />

Raymond trató de disuadirla recurriendo a su poder de convicción<br />

y a mil argumentos, sin éxito. Y acalorada por el rumbo<br />

del debate, en el que participaba con pasión y vehemencia, Evadne<br />

prometió solemnemente que huiría y se ocultaría donde él no<br />

pudiera encontrarla, donde el hambre no tardara en acabar con<br />

su vida y sus pesares, si él insistía en sus pretensiones. Según dijo,<br />

podía mantenerse por sí misma. Y mostrándole varios dibujos y<br />

pinturas, le contó que así era como se ganaba el pan. Raymond<br />

129

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!