12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 222<br />

Mary Shelley<br />

mond, negro como el azabache, era conducido a las puertas del<br />

palacio. Poco después llegó una pequeña compañía de oficiales,<br />

con el miedo y la aprensión dibujados en sus rostros, en los ojos<br />

soñolientos. Vi entonces que Raymond y Perdita estaban juntos.<br />

Él admiraba la salida del sol mientras rodeaba con un brazo la<br />

cintura de su amada. <strong>El</strong>la contemplaba el sol de su vida con una<br />

expresión que era mezcla de ansiedad y ternura. Raymond se sobresaltó<br />

al verme.<br />

–¿Todavía estás aquí? –me preguntó colérico–. ¿Es éste el celo<br />

que prometes?<br />

–Perdóname, ahora mismo me iba.<br />

–No, perdóname tú –replicó él–. No tengo derecho a ordenarte<br />

ni a reprocharte nada. Pero mi vida depende de tu partida y de<br />

tu raudo regreso. ¡Adiós!<br />

Su voz había recobrado el tono amable, pero una nube negra<br />

todavía se cernía sobre su semblante. Hubiera querido demorarme<br />

un poco más, recomendar precaución a Perdita, pero la presencia<br />

de Raymond me coartaba. Mi retraso carecía de justificación,<br />

por lo que, despidiéndome de él, le estreché la mano, fría y<br />

sudorosa.<br />

–Cuídate mucho, mi señor –le dije.<br />

–No –intervino Perdita–. De esa tarea me ocuparé yo. Regresa<br />

pronto, Lionel.<br />

Con aire ausente, Raymond jugaba con los mechones castaños<br />

del cabello de Perdita, mientras ella se abrazaba a él. En dos<br />

ocasiones me volví a mirarlos, y en las dos los hallé así unidos. Al<br />

fin, con pasos lentos y vacilantes, abandoné el palacio y de un salto<br />

me subí al caballo. En ese instante apareció Clara, y se vino corriendo<br />

hacia mí.<br />

–¡Regresa pronto, tío! –exclamó, aferrada a mi rodilla–. Querido<br />

tío, tengo unos sueños espantosos. No me atrevo a contárselos<br />

a mi madre. No te demores.<br />

Le aseguré que volvería lo antes posible, y entonces, acompañado<br />

de mi pequeña escolta, cabalgué por la llanura hacia la torre<br />

de Mármara.<br />

Cumplí con mi misión. Vi a Karazza, al que sorprendió algo<br />

mi petición. Vería qué podía hacer, dijo, aunque le llevaría un<br />

222

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!