12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 475<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

pre fiel, nos brindaba su consuelo en plena desgracia. La sublime<br />

grandeza de los objetos externos aliviaba nuestros corazones<br />

arrasados y se presentaba en armonía con nuestra desolación.<br />

Muchas tristezas han recaído sobre el <strong>hombre</strong> durante su azaroso<br />

avance. Y muchos se han convertido en únicos supervivientes<br />

de sus grupos. Nuestro infortunio extraía su forma majestuosa y<br />

sus tonalidades de la inmensa ruina que lo acompañaba y con la<br />

que se confundía. Así, sobre la hermosa tierra, muchas quebradas<br />

oscuras contienen arroyos cantarines sombreados por rocas románticas,<br />

bordeados por senderos musgosos, pero todos, excepto<br />

ése, carecían del poderoso contrapunto de los Alpes, cuyas<br />

cumbres nevadas y salientes desnudos nos elevaban desde nuestra<br />

morada mortal y nos conducían a los palacios de la naturaleza.<br />

Aquella armonía solemne entre el acontecimiento y la situación<br />

regulaba nuestros sentimientos y proporcionaba, por así decirlo,<br />

un atuendo adecuado a nuestro <strong>último</strong> acto. La tristeza<br />

serena y la pompa trágica asistían al deceso de la desgraciada humanidad.<br />

La procesión fúnebre de monarcas antiguos se veía superada<br />

por nuestras espléndidas demostraciones. Cerca de las<br />

fuentes del Aveiron celebramos los ritos por el <strong>último</strong> de nuestra<br />

especie, exceptuando a cuatro de nosotros. Adrian y yo, tras dejar<br />

a Clara y a Evelyn sumidos en un sueño apacible e ignorante,<br />

llevamos el cuerpo hasta aquel lugar desolado y lo depositamos<br />

en las cuevas de hielo, bajo el glaciar, que crujía y se rasgaba con<br />

los sonidos más leves y traía la destrucción a todo lo que se adentrara<br />

en sus grietas. Allí, ni aves ni bestias carroñeras profanarían<br />

la forma helada. Así, con pasos amortiguados, en silencio,<br />

colocamos al muerto sobre un catafalco de hielo, y al partir nos<br />

detuvimos sobre la plataforma rocosa, junto al nacimiento del<br />

río. A pesar de nuestra quietud la mera agitación del aire causada<br />

por el paso de nuestros cuerpos bastó para perturbar el reposo<br />

de aquella región congelada; apenas habíamos abandonado la<br />

caverna cuando unos gigantescos bloques de hielo, separándose<br />

del techo, se desplomaron sobre el cuerpo que habíamos depositado<br />

en su interior. Habíamos escogido una noche serena, pero el<br />

trayecto hasta allí había sido largo y la luna creciente ya se ocultaba<br />

tras las cimas de poniente cuando culminamos nuestra mi-<br />

475

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!