12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 239<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

»Querido Lionel, tantas cosas he dicho con intención de persuadirte<br />

de que obro bien, que si todavía no te he convencido,<br />

nada más puedo añadir a modo de argumento, y sólo me queda<br />

declararte mi más firme convicción. Aquí me quedo, y sólo me iré<br />

a la fuerza. Y ni siquiera así. Si me llevas, regresaré. Si me confinas<br />

y me encarcelas, escaparé y volveré a Grecia. ¿Acaso prefiere<br />

mi hermano atar el corazón destrozado de Perdita con cadenas de<br />

loca que permitir que descanse en paz bajo la sombra de su compañía,<br />

en este retiro que amo y que he escogido?<br />

Reconozco que todo aquello me parecía producto de una locura<br />

organizada. Creía que era mi deber imperativo apartarla de<br />

unos escenarios que la obligaban a recordar su pérdida. Tampoco<br />

dudaba que, en Windsor, en la tranquilidad de nuestro círculo<br />

familiar, recuperaría hasta cierto punto el buen juicio y, finalmente,<br />

la felicidad. Mi amor por Clara también me llevaba a oponerme<br />

a aquellos sueños de enfermiza pesadumbre. Su sensibilidad<br />

ya había sido azuzada en exceso. Su inconsciencia infantil se había<br />

tornado sensatez profunda y angustia. <strong>El</strong> plan extraño y romántico<br />

de su madre podía llevarla a afianzar y perpetuar una<br />

visión doliente de la vida que a edad tan temprana la había visitado.<br />

Al regresar a casa, el capitán del paquebote de vapor con el<br />

que había acordado viajar vino a informarme de que, por circunstancias<br />

accidentales, debía adelantar la partida y de que, si<br />

quería viajar con él, debía presentarme a bordo a las cinco de la<br />

mañana del día siguiente. Acepté al punto, y con la misma celeridad<br />

ideé un plan por el que obligaría a Perdita a acompañarme.<br />

Creo que la mayoría de las personas, en mi situación, habría actuado<br />

del mismo modo. Y sin embargo esta consideración no logra<br />

aplacar, o al menos no lo logró después, los reproches de mi<br />

conciencia. En aquel momento me sentía convencido de obrar<br />

bien y de que todo lo que hacía era correcto y necesario.<br />

Me senté con Perdita y la tranquilicé al ceder, al menos en apariencia,<br />

a su alocado plan. <strong>El</strong>la recibió mi decisión complacida y<br />

una y mil veces dio las gracias a su mentiroso hermano. Al llegar<br />

la noche, su humor, animado por mi cambio imprevisto, recobró<br />

una vivacidad casi olvidada. Fingí preocuparme por el rubor fe-<br />

239

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!