12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 76<br />

Mary Shelley<br />

–Me haré llamar como ese víctor. No es mala idea. Ese busto<br />

me servirá para acuñar nuevas monedas y será un anuncio de mi<br />

futuro éxito a todos mis sumisos súbditos. –Lo dijo en el tono<br />

más alegre y benévolo, y sonrió, no desdeñoso, sino como burlándose<br />

de sí mismo. Pero casi de inmediato su semblante se<br />

ensombreció, y con aquel tono agudo que le era característico,<br />

añadió–: Ayer noche libré una buena batalla, una conquista que<br />

las llanuras de Grecia no me vieron alcanzar. Ahora soy el <strong>hombre</strong><br />

más importante del Estado, tema de todas las baladas, objeto<br />

de devoción de todas las ancianas. ¿En qué piensas? Tú, que te<br />

crees capaz de leer el alma humana, como vuestro lago natal lee<br />

todos y cada uno de los pliegues y las cavidades de las colinas circundantes,<br />

dime qué piensas de mí. ¿Aspirante a rey? ¿Ángel?<br />

¿Demonio? ¿Cuál de las dos cosas?<br />

Su tono irónico no convenía a mi corazón acelerado y en ebullición.<br />

Su insolencia me espoleó, y le respondí con amargura.<br />

–Existe un espíritu que no es ni ángel ni demonio y que se ve<br />

meramente condenado al limbo. –Palideció al momento y sus labios<br />

sin color temblaron ligeramente. Su ira no logró sino encenderme<br />

más, y clavé con decisión mis ojos en los suyos, que me fulminaban.<br />

De pronto los retiró, bajo la vista y creí ver que una<br />

lágrima asomaba a sus oscuras pestañas. Aquella muestra de<br />

emoción involuntaria me aplacó–. No digo que el tuyo lo sea, mi<br />

querido señor.<br />

Me interrumpí, algo sorprendido por la agitación que evidenciaba.<br />

–Sí –dijo al fin, poniéndose en pie y mordiéndose el labio, en<br />

un intento de disimular su estado–: ¡Ése soy yo! Tú no me conoces,<br />

Verney; ni tú ni la audiencia de anoche, ni toda Inglaterra<br />

sabe nada de mí. Pareciera que aquí estoy, ya rey electo. Esta<br />

mano está a punto de aferrarse al cetro. Los nervios de esta frente<br />

se anticipan a la imposición de la corona. Parece que soy poseedor<br />

de la fuerza, el poder, la victoria. Erguido como se yergue<br />

una columna que soporta el peso de una cúpula. ¡Y no soy sino<br />

un junco! Tengo ambición, y la ambición persigue su meta; mis<br />

sueños nocturnos se hacen realidad, mis esperanzas de vigilia se<br />

cumplen. Un reino aguarda mi aceptación, mis enemigos son ven-<br />

76

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!