12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 78<br />

Mary Shelley<br />

–¡Qué error cometió Ryland –dijo Raymond– al pensar que<br />

podía derrotarme la otra noche! Habló bien, muy bien, una arenga<br />

con la que habría logrado su propósito en mayor medida si me<br />

la hubiera dirigido sólo a mí, y no a los necios y mentirosos allí<br />

congregados. De haberme encontrado allí yo solo, le habría escuchado<br />

con el deseo de oír sus razones, pero al intentar desbancarme<br />

en mi propio territorio, con mis propias armas, me infundió<br />

valor, y el desenlace fue el que cualquiera hubiera esperado.<br />

Sonreí incrédulo, antes de responder.<br />

–Yo pienso lo mismo que Ryland y, si así lo deseas, te repetiré<br />

todos sus argumentos. Veremos hasta qué punto te convencen y<br />

cambias la visión monárquica por la patriótica.<br />

–La repetición sería inútil –dijo Raymond–, pues recuerdo<br />

bien los argumentos, y cuento con muchos otros de mi propia cosecha,<br />

que hablarían con irrebatible persuasión.<br />

No se explicó más ni yo apostillé nada.<br />

Nuestro silencio se prolongó algunas millas, hasta que el paisaje,<br />

con sus campos abiertos, sus densos bosques, sus parques, se<br />

asomó, agradable, a nuestra vista. Tras varias observaciones sobre<br />

el paisaje y los lugares, Raymond dijo:<br />

–Los filósofos han llamado al <strong>hombre</strong> «microcosmos de la naturaleza»,<br />

y en la mente interior hallan un reflejo de toda esta<br />

maquinaria que vemos funcionar a nuestro alrededor. Esta teoría<br />

ha sido con frecuencia fuente de diversión para mí, y he pasado<br />

más de una hora ociosa ejercitando mi ingenio en la búsqueda de<br />

similitudes. ¿No dice lord Bacon* que «el paso de la discordancia<br />

a la concordancia, que produce gran dulzura en la música, se<br />

da también en nuestras afecciones, que resultan mejores tras algún<br />

disgusto»? ¡Qué otra cosa sino un mar es la marea de pasión<br />

cuyas fuentes se hallan en nuestra propia naturaleza! Nuestras<br />

virtudes son arenas movedizas, que con las aguas sosegadas y bajas<br />

se muestran a sí mismas. Pero cuando las olas regresan y los<br />

vientos las abofetean, el pobre diablo que esperaba que fueran<br />

duraderas, descubre que se hunden bajo sus pies. Las modas del<br />

mundo, sus exigencias, educaciones y metas, son los vientos que<br />

* Francis Bacon, Sylva Sylvarum, 1627. (N. del T.)<br />

78

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!