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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 343<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

de castigarme? Que muestre su brazo desnudo y me transfigure<br />

con su rayo, ése es también uno de sus atributos...<br />

<strong>El</strong> anciano se echó a reír y se puso en pie. Lo seguí hasta un<br />

camposanto cercano, donde se echó sobre el suelo mojado.<br />

–Aquí están –exclamó–, hermosas criaturas, criaturas que<br />

respiraban, que hablaban, que amaban. <strong>El</strong>la, que día y noche<br />

adoraba a su amor de juventud, gastado por los años; ellos, carne<br />

de mi carne, mis hijos... aquí están. Llámelos, grite sus nombres<br />

en la noche. No le responderán. –Se aferraba a los pequeños<br />

montículos que indicaban el lugar de las tumbas–. Yo sólo<br />

pregunto una cosa. No temo el infierno, pues ya lo tengo aquí.<br />

No deseo el cielo. Lo que quiero es morir y que me entierren<br />

junto a ellos. Sólo quiero, cuando haya muerto, sentir que mi<br />

carne se pudre y se mezcla con la suya. Prométame –y, tras alzarse<br />

trabajosamente, me agarró el brazo–, prométame que me<br />

enterrará con ellos.<br />

–Se lo prometo, siempre que Dios me ayude a mí y a los míos<br />

–respondí–, a condición de que me acompañe a Windsor.<br />

–¡A Windsor! –repitió él con voz aguda–. ¡Jamás! Nunca me<br />

alejaré de este lugar. Mis huesos, mi carne, yo mismo, estamos ya<br />

enterrados aquí, y lo que ve de mí es arcilla corruptible, como<br />

ellos. Aquí yaceré y aquí me quedaré hasta que la lluvia y el granizo,<br />

hasta que el relámpago y la tormenta, destruyéndome, unan<br />

mi sustancia a la de ellos, que se oculta abajo.<br />

Concluiré el relato de esta tragedia en pocas palabras. Tuve<br />

que ausentarme de Londres y fue Adrian quien se ocupó de vigilarlo.<br />

Su tarea no se prolongó mucho más, pues la edad, el dolor<br />

y el tiempo inclemente se aliaron para acallar sus penas y llevar el<br />

reposo a su corazón, cuyos latidos eran su tortura. Murió abrazado<br />

al barro, que se amontonaba en su pecho cuando lo depositaron<br />

junto a los seres a los que lloró con tal desolación.<br />

Regresé a Windsor cumpliendo los deseos de Idris, que parecía<br />

creer que sus hijos se hallaban más a salvo en aquel lugar.<br />

Además, habiendo asumido la custodia del distrito, no pensaba<br />

abandonarla mientras siguiera con vida uno solo de sus habitantes.<br />

Al hacerlo también cumplía con los planes de Adrian, que<br />

pretendía mantener agrupada a la población, pues estaba con-<br />

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