12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 163<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

ventud se apague, cuando la edad plácida aplaque al buitre que me<br />

devora, tal vez regrese la amistad, ya muertos el amor y la esperanza.<br />

¿Podrá ser cierto? ¿Podrá mi alma, inextricablemente unida a<br />

este cuerpo perecedero, aletargarse y enfriarse a medida que este mecanismo<br />

sensible pierda su elasticidad juvenil? Entonces, con ojos<br />

apagados, canas en el pelo y la frente arrugada, aunque ahora las palabras<br />

suenen huecas y carentes de sentido, entonces, tambaleándome<br />

al borde de mi tumba tal vez vuelva a ser... tu amiga sincera y cariñosa.<br />

Perdita<br />

La respuesta de Raymond fue breve. ¿Qué respuesta podía dar<br />

a sus quejas, a los lamentos en los que celosamente se recreaba,<br />

excluyendo toda posibilidad de reparación? «A pesar de tu amarga<br />

carta –le escribió–, pues así debo llamarla, eres la persona más<br />

importante de mi estimación, y es tu felicidad la que principalmente<br />

me mueve. Haz lo que estimes mejor para ti. Y si recibes<br />

más gratificación con un modo de vida que con otro, no permitas<br />

que yo suponga ningún obstáculo. Preveo que el plan que describes<br />

en tu carta no durará mucho. Pero eres dueña de ti misma, y<br />

es mi más sincero deseo contribuir, hasta donde tú me permitas,<br />

a tu felicidad.»<br />

–Raymond ha sido buen profeta –dijo Perdita–, pues ah, así<br />

ha de ser. La vida que llevamos no puede durar mucho, aunque<br />

no seré yo la que proponga alterarla. Él ve en mí a alguien a quien<br />

ha herido de muerte. Y yo no extraigo ninguna esperanza de su<br />

amabilidad. Ni la mejor de sus intenciones bastaría para hacer<br />

posible un cambio. Así como Cleopatra se hubiera podido adornar<br />

con el vinagre que contenía su perla en él disuelta, así yo me<br />

conformaré con el amor que Raymond puede ofrecerme.<br />

Admito que yo no veía su infortunio con sus mismos ojos.<br />

Creía firmemente que la herida podía sanar y que, si seguían juntos,<br />

así acabaría siendo. Por tanto, traté de aliviar y suavizar su<br />

mente, aunque tras múltiples intentos desistí de esa tarea imposible.<br />

Perdita me escuchó con impaciencia y me respondió con cierta<br />

aspereza.<br />

–¿Crees que alguno de tus argumentos me es nuevo? ¿O que<br />

mis fervientes deseos y mi intensa angustia no me los han sugeri-<br />

163

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!