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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 440<br />

Mary Shelley<br />

punto de lanzarme a forcejear con el intruso cuando vi algo que<br />

cambió por completo el curso de mi mente. Ante mí se hallaba<br />

Juliet, pálida y temblorosa, con una lámpara en la mano en la<br />

puerta de mi celda, mirándome con un semblante triste que al<br />

momento cambió por un gesto más contenido. Sus ojos lánguidos<br />

también recuperaron su brillo anterior.<br />

–He venido a salvarle, Verney –me susurró.<br />

–Y a salvarse usted también –exclamé yo–. Querida amiga,<br />

¿cree de veras que podemos salvarnos?<br />

–No diga nada y sígame.<br />

Obedecí al instante. Avanzamos de puntillas por muchos pasadizos,<br />

ascendimos por varias escaleras y recorrimos largas galerías.<br />

Al final de una de ellas abrió un portal bajo. Una bocanada<br />

de aire apagó la lámpara, pero en su lugar recibimos la<br />

bendición de la luna y el rostro abierto del cielo. Sólo entonces<br />

Juliet volvió a dirigirse a mí.<br />

–Ya está a salvo. Dios le bendiga. Adiós.<br />

A pesar de su resistencia, le agarré la mano.<br />

–Querida amiga –le dije–, víctima errada, ¿no pretende escapar<br />

conmigo? ¿No lo ha arriesgado todo para facilitarme la huida?<br />

¿Cree que permitiré que regrese y sufra sola las consecuencias<br />

de la ira de ese desalmado? ¡Jamás!<br />

–No tema por mí –respondió pesarosa la encantadora joven–,<br />

y no suponga que sin el consentimiento de nuestro guía se hallaría<br />

usted fuera de esas cuatro paredes. Es él quien lo ha salvado.<br />

Él me ha asignado a mí la misión de traerlo hasta aquí, porque<br />

conozco mejor sus motivos para haberse aventurado hasta nuestra<br />

casa y soy capaz de apreciar mejor su piedad al permitir su<br />

huida.<br />

–¿Y se deja usted engañar por ese <strong>hombre</strong>? –exclamé yo–. Me<br />

teme con vida, pues soy su enemigo, y si muero teme a mis vengadores.<br />

Propiciando mi huida clandestina conserva algo de crédito<br />

entre sus seguidores. Pero la piedad se halla muy lejos de su<br />

corazón. ¿Olvida usted sus artificios, su crueldad, su fraude? Es<br />

usted tan libre como lo soy yo. Venga, Juliet, la madre de la difunta<br />

Idris la acogerá con los brazos abiertos, el noble Adrian se<br />

alegrará de recibirla. Hallará paz y amor y más esperanza de la<br />

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