12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 465<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

mente abandoné. Y me cuesta admitir que voy a ser alejada de<br />

ellos en breve. Con todo, me alegro de no morir víctima de la peste.<br />

Seguramente habría muerto igual, en este momento, aunque el<br />

mundo siguiera siendo como era durante mi juventud.<br />

Le costaba articular las palabras y percibí que lamentaba la<br />

necesidad de la muerte, más aún de lo que se atrevía a admitir. Y<br />

sin embargo no debía lamentar un acortamiento anormal de su<br />

existencia, pues su persona exhausta demostraba que, en su caso,<br />

la vida se había agotado por sí misma. Al principio estábamos los<br />

dos solos, pero al rato entró Clara. La condesa se volvió hacia<br />

ella con una sonrisa y tomó la mano de la encantadora joven. Su<br />

palma sonrosada, sus dedos blancos, contrastaban con la piel<br />

arrugada y el tono amarillento de los de la anciana dama. Se incorporó<br />

un poco para besarla y sus labios marchitos se encontraron<br />

con la boca cálida y tersa de la juventud.<br />

–Verney –dijo la condesa–. No hace falta que encomiende a<br />

esta querida niña a tu recaudo, pues sé que la protegerás. Si el<br />

mundo fuera como era, tendría mil sabios consejos que darle<br />

para que una persona tan sensible, bondadosa y bella escapara de<br />

los peligros que solían acechar para causar la destrucción de los<br />

justos, de los mejores. Pero ahora ya nada de eso importa.<br />

»Te entrego, amable enfermera, a los cuidados de tu tío. A los<br />

tuyos encomiendo la más querida reliquia de mí misma. Sé para<br />

Adrian, dulce niña, lo que has sido para mí. Alivia su tristeza<br />

con tus ocurrencias; cuando yo muera, aplaca su angustia con<br />

palabras serenas y razonadas. Cuida de él como lo has hecho<br />

conmigo.<br />

Clara se echó a llorar.<br />

–No llores, niña –dijo la condesa–. No llores por mí. Te quedan<br />

muchos amigos.<br />

–Sí, pero habla también de su muerte –exclamó Clara entre<br />

sollozos–. Resulta muy cruel. ¿Cómo podría vivir yo si ellos murieran?<br />

Si mi amado protector falleciera antes que yo, no podría<br />

cuidar de él; sólo podría morir yo también.<br />

La dama venerable vivió apenas veinticuatro horas más. Era el<br />

<strong>último</strong> vínculo que nos ataba al estado anterior de las cosas. Resultaba<br />

imposible mirarla y no recordar, tal como eran, sucesos y<br />

465

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!