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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 365<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

¡Fijaos en Inglaterra! La hierba crece muy alta en los prados,<br />

pero húmeda y fría, no nos sirve de colchón. De maíz carecemos,<br />

y los escasos frutos que en ella crecen no nos bastan. Debemos<br />

buscar el fuego en las entrañas de la tierra, pues de otro modo la<br />

atmósfera severa nos llena de reuma y de dolor. <strong>El</strong> esfuerzo de centenares<br />

de miles podría hacer de este rincón del mundo un lugar<br />

adecuado para la vida de un solo <strong>hombre</strong>. ¡Así que rumbo al sur,<br />

rumbo al sol! Allí la naturaleza es amable, allí Júpiter ha vertido<br />

el contenido del cuerno de Amaltea y la tierra es un jardín.<br />

Inglaterra, antes cuna de excelencia y escuela de los sabios, tus<br />

hijos han muerto, tu gloria se ha esfumado. Tú, Inglaterra, fuiste<br />

el triunfo del <strong>hombre</strong>. Escaso favor ha demostrado el Creador<br />

contigo, Isla del Norte. Lienzo rasgado por la naturaleza, pintado<br />

por el <strong>hombre</strong> con colores ajenos. Mas los tonos que te prestó<br />

se han deslucido, y ya no han de renovarse. De modo que debemos<br />

abandonarte, maravilla del mundo. Diremos adiós a tus<br />

nubes y a tu frío para siempre. Tus viriles corazones no laten. Tu<br />

historia de poder y libertad ya concluye. Desnuda de <strong>hombre</strong>s,<br />

¡oh, pequeña isla!, las olas del océano te azotarán y el cuervo<br />

batirá sus alas sobre ti. Tu suelo será morada de las malas hierbas<br />

y tu cielo palio de desnudez. Nunca fuiste célebre por las rosas<br />

de Persia, ni por las bananas de Oriente, ni por las abundantes especias<br />

de la India, ni por las plantaciones de azúcar de América,<br />

ni por tus viñedos, ni por tus dobles cosechas, ni por tus aires primaverales,<br />

ni por tu sol del solsticio. Lo fuiste por tus hijos, por<br />

su infatigable esfuerzo y sus nobles aspiraciones. Y ahora que<br />

ellos ya no existen, tú vas tras ellos, siguiendo el sendero hollado<br />

que conduce al olvido.<br />

Adiós, Isla triste, tu gloria fatal<br />

se cierra, concluye y se cancela en esta historia.*<br />

* De un poema sobre Carlos I atribuido generalmente a John Cleveland, aunque<br />

de autoría discutible. (N. del T.)<br />

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