12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 427<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

da fervorosa, su ademán, que era más de deprecación que de<br />

mando, constituían pruebas de que el amor, exento de miedo, le<br />

proporcionaba el dominio sobre los corazones de los presentes,<br />

que sabían que él jamás se había arredrado ante el peligro y que<br />

siempre había actuado movido por la preocupación que el bien<br />

común le despertaba. Ya no apreciaba división alguna entre las<br />

dos facciones, hasta hacía poco dispuestas a derramar la sangre<br />

de los demás, pues aunque ninguna de las dos pensara someterse<br />

a la otra, ambas rendían tributo de obediencia al conde de<br />

Windsor.<br />

Sin embargo, todavía quedaba un grupo, separado del resto,<br />

que no participaba de la alegría suscitada por la llegada de<br />

Adrian ni parecía impregnado del espíritu pacífico que se había<br />

derramado como el rocío sobre los corazones aplacados de sus<br />

compatriotas. Encabezando aquel grupo se hallaba un <strong>hombre</strong><br />

corpulento y siniestro, cuya mirada maligna escrutaba, con perverso<br />

regocijo, las expresiones serias de sus correligionarios. Hasta<br />

el momento se habían mantenido inactivos, pero percibiéndose<br />

ignorados en medio del júbilo general, avanzaron con gestos<br />

amenazadores. Nuestros amigos de las dos divisiones se habían<br />

atacado los unos a los otros, por así decirlo, en una contienda sin<br />

motivos. Sólo bastaba que se les dijera que su causa era común<br />

para que, en efecto, se convirtiera en causa común. Su ira mutua<br />

había prendido –y se había apagado– como la paja, comparada<br />

con el odio de llama lenta que ambos sentían por aquellos otros<br />

sediciosos, que aspiraban a hacerse con una porción del mundo<br />

que estaba por llegar, para atrincherarse y encastillarse en ella, y<br />

desde allí predicar sus miedos, sus ocurrencias y sus escandalosas<br />

denuncias a los hijos de la tierra. <strong>El</strong> primer avance del pequeño<br />

ejército de los <strong>El</strong>ectos avivó la cólera de los otros, que agarraron<br />

sus armas y esperaban sólo la señal de su comandante para iniciar<br />

el ataque. Pero entonces se oyó la voz clara de Adrian, y<br />

aquella voz les dijo que se echaran hacia atrás. Nuestros amigos<br />

obedecieron entre murmullos confusos, lo mismo que las olas se<br />

retiran de las arenas que han cubierto. Adrian se interpuso entonces,<br />

solo, montado en su caballo, entre los dos bandos enfrentados.<br />

Se acercó al jefe hostil como para indicarle que siguiera su<br />

427

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!