12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 33<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

excusa para odiar al enemigo que ignoraba que lo era. Todo se lo<br />

atribuía a él, ya que yo confundía hasta tal punto las nociones de<br />

padre e hijo que pasaba por alto que éste podía ignorar del todo<br />

el abandono en que nos había dejado su padre. Así, llevándome<br />

la mano a la cabeza, exclamé: «¡Pues ha de saberlo! ¡Me vengaré!<br />

¡No pienso sufrir como un spaniel! ¡Ha de saber que yo, mendigo<br />

y sin amigos, no me someteré dócil al escarnio!»<br />

<strong>El</strong> paso de los días, de las horas, no hacía sino incrementar los<br />

agravios. Las alabanzas que le dedicaban eran mordeduras de víbora<br />

en mi pecho vulnerable. Si lo veía a lo lejos, montando algún<br />

hermoso corcel, la sangre me hervía de rabia. <strong>El</strong> aire parecía<br />

emponzoñado con su sola presencia y mi lengua nativa se tornaba<br />

jerga vil, pues cada frase que oía contenía su nombre y su alabanza.<br />

Yo resoplaba para aliviar ese dolor en mi corazón, y ardía<br />

en deseos de perpetrar algún desmán que le hiciera percatarse de<br />

la enemistad que sentía. Era su mayor ofensa que, causándome<br />

esas sensaciones intolerables, no se dignara siquiera demostrar<br />

que sabía que yo vivía para sentirlas.<br />

No tardó en conocerse que Adrian se complacía grandemente<br />

en su parque y sus cotos de caza, aunque nunca la practicaba, y<br />

se pasaba horas observando las manadas de animales casi domesticados<br />

que los poblaban, y ordenaba que se les dedicaran los<br />

mayores cuidados. Allí vi yo campo abonado para mi ofensiva, e<br />

hice uso de él con todo el ímpetu brutal derivado de mi modo de<br />

vida. Propuse a los escasos camaradas que me quedaban –los más<br />

decididos y malhechores del grupo– la empresa de cazar furtivamente<br />

en sus posesiones; pero todos ellos se arredraron ante el<br />

peligro, de modo que tendría que consumar la venganza en solitario.<br />

Al principio mis incursiones pasaron desapercibidas, por lo<br />

que empecé a mostrarme cada vez más osado: huellas en la hierba<br />

cuajada de rocío, ramas rotas y rastros de las piezas libradas<br />

acabaron delatándome ante los custodios de los animales, que incrementaron<br />

la vigilancia. Al fin me descubrieron y me llevaron a<br />

prisión. Entré en ella en un arrebato de éxtasis triunfal: «¡Ahora<br />

ya sabe de mí! –exclamé–. ¡Y así seguirá siendo una y otra vez!»<br />

Mi confinamiento duró apenas un día y me liberaron por la noche,<br />

según me dijeron, por orden expresa del mismísimo conde.<br />

33

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!