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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 175<br />

Capítulo X<br />

Tras aquellos acontecimientos, tardamos largo tiempo en recobrar<br />

cierto grado de compostura. Una tempestad moral había<br />

hundido nuestra pesada barca y nosotros, supervivientes de una<br />

menguada tripulación, nos sentíamos aterrorizados por las pérdidas<br />

y los cambios que habíamos vivido. Idris amaba apasionadamente<br />

a su hermano, y mal podía tolerar una ausencia de duración<br />

incierta. A mí mismo, su querida compañía me hacía mucha<br />

falta; había iniciado con gusto una ocupación literaria bajo su<br />

tutela y asistencia; la tolerancia de sus planteamientos, sus razonamientos<br />

sólidos y la amistad entusiasta que prodigaba lo convertían<br />

en el mejor ingrediente, en el espíritu exaltado de nuestro<br />

círculo. Incluso los niños lamentaron la pérdida de su bondadoso<br />

compañero de juegos. Perdita se hallaba sumida en una pena<br />

aún más profunda. A pesar de su resentimiento, ni de día ni de<br />

noche dejaba de imaginar las fatigas y los peligros de los viajeros.<br />

Raymond ausente, luchando contra las dificultades, perdido el<br />

poder y el rango que le otorgaba el Protectorado, expuesto a los<br />

avatares de la guerra, se había convertido en objeto de su zozobra<br />

e interés. No es que deseara su regreso, si por regreso se<br />

entendía una vuelta a su anterior unión, pues tal escenario le resultaba<br />

inconcebible. Así, mientras eso creía, y lamentaba angustiada<br />

que las cosas hubieran llegado hasta ese punto, no dejaba<br />

de sentir ira e impaciencia por el causante de sus desgracias.<br />

Aquellas perplejidades y lamentaciones la llevaban a empapar la<br />

almohada con lágrimas nocturnas y a convertir su persona y su<br />

mente en vaga sombra de lo que había sido. Procuraba estar sola<br />

y nos evitaba cuando, alegres y derrochando afecto, nos reuníamos<br />

en familia. Sus únicos pasatiempos eran la reflexión solitaria,<br />

los largos paseos y la música solemne. Incluso descuidaba a<br />

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