12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 375<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

tado alimentándose en un granero abandonado se asomó de<br />

pronto a una entrada estrecha. Aunque todo estaba desierto, no<br />

había nada en ruinas. Y aquella combinación de edificios intactos<br />

y lujosas residencias en perfecto estado contrastaba con el silencio<br />

solitario de las calles despobladas.<br />

La noche se acercaba y comenzó a llover. Nos disponíamos<br />

a regresar a casa cuando llamó nuestra atención una voz humana.<br />

Se trataba de una voz infantil que entonaba un canto<br />

alegre. No se oía nada más. Habíamos atravesado Londres,<br />

desde Hyde Park hasta las Minories, donde nos hallábamos, y<br />

no habíamos encontrado a nadie ni habíamos oído pasos o voces.<br />

Unas risas, seguidas de una conversación, interrumpieron<br />

el canto. Jamás un estribillo alegre se pronunció en momento<br />

tan triste, ni unas risas se asemejaron tanto al llanto. La puerta<br />

de la casa de la que procedían aquellos sonidos estaba abierta,<br />

y vimos que las estancias de la planta superior se hallaban iluminadas,<br />

como si hubiera de celebrarse alguna fiesta. Se trataba<br />

de una residencia magnífica en la que sin duda había vivido<br />

algún mercader rico. <strong>El</strong> canto volvió a sonar y resonó en las estancias<br />

de altos techos, mientras nosotros ascendíamos en silencio<br />

por la escalera. Las luces parecían guiarnos. Y una sucesión<br />

prolongada de salones espléndidos, luminosos, nos causó aún<br />

mayor asombro. Su único habitante, una niña pequeña, bailaba<br />

y cantaba evolucionando por ellos, seguida por un gran perro<br />

de Terranova que se abalanzaba juguetón sobre ella, interrumpiéndola.<br />

La pequeña a veces se enojaba y a veces se reía, y en<br />

ocasiones se echaba al suelo para retozar con él. Iba vestida de<br />

manera grotesca, con ropas de colores chillones y chales de mujer.<br />

Aparentaba unos diez años. Adrian y yo permanecimos junto<br />

a la puerta contemplando aquella extraña escena hasta que el<br />

perro, percatándose de nuestra presencia, ladró sonoramente.<br />

La muchacha se giró y nos vio. Abandonando su alegría anterior,<br />

compuso un gesto serio y se echó hacia atrás, al parecer<br />

planteándose la huida. Yo me acerqué a ella y le tomé la mano.<br />

<strong>El</strong>la no me lo impidió, pero con semblante adusto, raro en una<br />

niña, y del todo alejado de su anterior hilaridad, permaneció inmóvil,<br />

con la vista clavada en el suelo.<br />

375

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!