12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 205<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

por ti, oh Raymond, y ahora expiro, convertida en tu víctima.<br />

Con mi muerte te poseo. ¡Mira! Los instrumentos de la guerra, el<br />

fuego y la peste son mis servidores. Me atreví y los vencí a todos.<br />

Hasta ahora. Me he vendido a la muerte con la sola condición de<br />

que tú me siguieras. Fuego, guerra y peste unidos para tu destrucción.<br />

¡Oh, Raymond! ¡No estarás a salvo!<br />

Con el corazón en un puño yo escuchaba los vaivenes de su<br />

delirio. Con varios mantos improvisé un lecho para ella. Su cólera<br />

remitió. La frente, perlada de sudoroso rocío, se sumaba a la<br />

palidez de la muerte, que se había abierto paso tras el rubor febril.<br />

La tumbé sobre los mantos. <strong>El</strong>la seguía balbuciendo sobre su<br />

rápido encuentro con su amado en la tumba, sobre su muerte inminente.<br />

A veces declaraba solemne que mandaran llamarlo.<br />

Otras veces se lamentaba del triste futuro que le aguardaba. Su<br />

voz se debilitaba por momentos, sus palabras se interrumpían. Al<br />

poco le sobrevinieron unas convulsiones y relajó los músculos.<br />

Las extremidades perdieron fuerza, suspiró profundamente una<br />

vez y la vida abandonó su cuerpo.<br />

La alejé de la proximidad de los demás muertos. Envuelta en<br />

mantos, la deposité debajo de un árbol. Volví a contemplar su<br />

rostro alterado. La última vez que la había visto tenía dieciocho<br />

años, hermosa como la visión de un poeta y espléndida como<br />

una sultana oriental. Habían transcurrido doce años desde entonces,<br />

doce años de cambios, de penas e infortunios. Su rostro<br />

radiante se había ensombrecido, ajado. Sus miembros habían<br />

perdido la redondez de la juventud y la feminidad. Tenía los<br />

ojos hundidos.<br />

hundida, extenuada<br />

las horas su sangre habían consumido<br />

y surcado su frente de líneas y arrugas.*<br />

Con tembloroso horror velé a ese monumento de pasión y<br />

desgracia humanas. La cubrí con todas las banderas y ropajes de<br />

que pude hacer acopio, para protegerla de las aves y las alimañas<br />

* Soneto 2, William Shakespeare. (N. del T.)<br />

205

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!