12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 124<br />

Mary Shelley<br />

mo reconoció no ser arquitecto, pero la idea de aquel edificio se<br />

había apoderado de él y había decidido enviarla sin esperanza alguna<br />

de que fuera aceptada. Era <strong>hombre</strong> de pocas palabras. Raymond<br />

le formulaba preguntas, pero la parquedad de sus respuestas<br />

le llevó a concentrarse en el dibujo. Le señaló los errores y los<br />

cambios que deseaba introducir. Ofreció al griego un lápiz para<br />

que pudiera realizar los cambios allí mismo, pero el visitante rehusó,<br />

asegurando que había comprendido perfectamente lo que<br />

le solicitaba y que prefería trabajar en casa. Finalmente Raymond<br />

le dejó marchar. Regresó al día siguiente con el boceto modificado.<br />

Pero seguían apareciendo muchos defectos y había malinterpretado<br />

algunas de las instrucciones.<br />

–Vamos –dijo Raymond–. Ayer cedí a su petición. Hoy le conmino<br />

a que acepte mi propuesta. Tome este lápiz. –<strong>El</strong> griego obedeció,<br />

pero su manera de sostenerlo delataba que no era artista.<br />

–Le confieso, señor –admitió al cabo–, que yo no soy el autor<br />

de los bocetos. Pero es imposible que vea al verdadero dibujante.<br />

Sus instrucciones debo transmitírselas yo. Le ruego, pues, que sea<br />

paciente con mi ignorancia y me exponga a mí sus deseos. Estoy<br />

seguro de que, con el tiempo, se sentirá satisfecho.<br />

Raymond le interrogó en vano. <strong>El</strong> misterioso griego no reveló<br />

nada más. ¿<strong>El</strong> artista aceptaría recibir la visita de un arquitecto?<br />

También se negaba a ello. Raymond reiteró sus instrucciones<br />

y el visitante se ausentó. A pesar de todo, nuestro amigo<br />

se negaba a renunciar a su deseo. Sospechaba que la causa del<br />

misterio estaba en una pobreza extrema, y que el artista no deseaba<br />

que nadie fuera testigo de la miseria de sus ropas y de su<br />

morada. Todo aquello no hacía sino excitar la curiosidad de<br />

Raymond por descubrir de quién se trataba. Espoleado por el interés<br />

que sentía por los talentos ocultos, ordenó a alguien experto<br />

en tales menesteres que siguiera al griego la próxima vez que le<br />

visitase y observara la casa en que entrara. Su emisario lo hizo así<br />

y volvió para transmitirle la información. Había seguido al <strong>hombre</strong><br />

hasta una de las calles más destartaladas de la metrópoli. A<br />

Raymond no le extrañaba que, en aquella situación, el artista<br />

prefiriera mantenerse en el anonimato, pero el dato no le llevó a<br />

cambiar de opinión.<br />

124

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!