12.07.2015 Views

El Enigma y el Misterio: Una Filosofía de la Religión

El Enigma y el Misterio: Una Filosofía de la Religión

El Enigma y el Misterio: Una Filosofía de la Religión

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

e l c o s m o s , c r e a c i ó n d e d i o sSugería, por una parte, que en <strong>la</strong> búsqueda <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley (= nomos) d<strong>el</strong>proceso evolutivo, no se pue<strong>de</strong> prescindir d<strong>el</strong> «para» (= t<strong>el</strong>os): «<strong>el</strong> ojoes para ver»...; y quizá tampoco <strong>de</strong> algo así: «<strong>el</strong> impulso estructuradord<strong>el</strong> dinamismo vital tien<strong>de</strong> a ensayar lo más complejo». Mantenía, porotra parte, que tal ap<strong>el</strong>ación a <strong>la</strong> finalidad no incluye <strong>el</strong> atribuir<strong>la</strong>, comoúnica explicación (antropomórfica), a <strong>la</strong> or<strong>de</strong>nación por una int<strong>el</strong>igencia(= logos). La matización terminológica es muy razonable y se ha impuesto59 . Des<strong>de</strong> <strong>la</strong> categorización dinamicista que he tomado <strong>de</strong> Zubiri,me parece resulta algo hasta obvio. La t<strong>el</strong>eonomía, diría, es <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo <strong>de</strong> <strong>la</strong>Naturaleza naturante. E incluso, quizá sólo cuando se reconoce expresament<strong>el</strong>a presencia en <strong>el</strong> mundo <strong>de</strong> t<strong>el</strong>eonomía, se pue<strong>de</strong> apreciar entoda su profundidad lo que tiene <strong>de</strong> ac<strong>la</strong>rador tal recurso globalizante.Un principio unitario <strong>de</strong> estructuración dinamicista t<strong>el</strong>eonómicapue<strong>de</strong>, por supuesto, reconocerse presente también en <strong>el</strong> mundo inorgánico;pero, sin duda, se hace mucho más patente en <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong>os vivientes. La aportación zubiriana queda así bien acreditada. Noserá estrictamente necesaria para los científicos más analíticos que seatengan a <strong>la</strong>s teorías más puramente científicas; pero una mente filosóficaencontrará más int<strong>el</strong>igible toda <strong>la</strong> visión científica —sobre todo, <strong>la</strong>biológica— con esa ulterior teorización.Encontrará también que presta una ayuda a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> filosofar sobr<strong>el</strong>a fe en Dios. Pero aquí subrayará una caut<strong>el</strong>a. «Dios» seguirá situado enun inequívoco «más allá». Pue<strong>de</strong> mantenerse <strong>la</strong> cosmología filosófica d<strong>el</strong>a Naturaleza naturante sin ap<strong>el</strong>ar a <strong>la</strong> fe en Dios.Sigue, pues, valiendo como conclusión lo ya dicho antes. La interpretacióncreyente d<strong>el</strong> Cosmos como «creación» pue<strong>de</strong> no ser contradictoriacon <strong>la</strong> visión científica evolutiva. A lo que, tras <strong>la</strong> reflexión sobredireccionalidad <strong>de</strong> los procesos, hay que añadir: y <strong>el</strong>lo todavía másdada <strong>la</strong> t<strong>el</strong>eonomía, científicamente <strong>de</strong>tectable y tan coherente con <strong>el</strong>reconocimiento filosófico <strong>de</strong> una Naturaleza naturante. Don<strong>de</strong> <strong>la</strong> visióncientífica ap<strong>el</strong>a como principio heurístico a «t<strong>el</strong>eonomía», <strong>el</strong> creyentepue<strong>de</strong> ulteriormente encontrar en su fe «t<strong>el</strong>eología». (Mientras que, alcontrario, en un mundo pura y simplemente azaroso, se encontraría más<strong>de</strong>sasistido al profesar su fe en un Dios creador y provi<strong>de</strong>nte.)59. En sustancia respon<strong>de</strong> a lo que indiqué <strong>de</strong>stacó Kant en su Crítica d<strong>el</strong> juicio. En<strong>el</strong> libro <strong>de</strong> Monod (<strong>El</strong> azar y <strong>la</strong> necesidad [1970], Barral, Barc<strong>el</strong>ona, 1971, pp. 30 ss.) esalgo mantenido; con lo que quiere ser fi<strong>el</strong> a <strong>la</strong> paradójica doble l<strong>la</strong>mada: d<strong>el</strong> «principio<strong>de</strong> objetividad», que prohíbe ap<strong>el</strong>ar a un «proyecto», y <strong>de</strong> algo que «<strong>la</strong> misma objetividadobliga a reconocer [...], que los seres vivos, en sus estructuras y performances, realizan yprosiguen un proyecto».Pedro Laín recurre repetidamente a <strong>la</strong> distinción en sus escritos sobre <strong>el</strong> dinamicismoevolutivo.537

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!