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El Enigma y el Misterio: Una Filosofía de la Religión

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e l c o s m o s , c r e a c i ó n d e d i o sllegaría a <strong>la</strong> absoluta concentración e interioridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> actuosidad dinámica,ya más allá <strong>de</strong> toda espacio-temporalidad. Decir, pues, «Espíritupuro» no es privilegiar, en una visión ontológica d<strong>el</strong> Cosmos, una parte<strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad («espíritu») frente a otra («materia»), tomadas ambas unívocamentey tenidas por irreconciliables:a) ante todo, porque no lo son al niv<strong>el</strong> cósmico d<strong>el</strong> que se parte;don<strong>de</strong> todo es dinamismo que, evolutivamente, produce, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo más<strong>el</strong>emental y disperso («material»), lo más complejo y finalmente <strong>de</strong>stacado,capaz <strong>de</strong> interioridad («espiritual»);b) y porque, en todo caso, no se piensa lo «espiritual» como atribuiblea lo Absoluto <strong>de</strong> modo unívoco con esta su aparición cósmica en <strong>el</strong>ser humano, sino sólo en <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong> analogía d<strong>el</strong> ser, don<strong>de</strong> noes afirmado sin ser también negado, para quedar así más sugerido quepropiamente concebido.Por lo cual, si hay un privilegio <strong>de</strong> «espíritu» en esta visión metafísica,es <strong>el</strong> que se <strong>de</strong>ja compren<strong>de</strong>r <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un retorno <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo ético alo metafísico-teórico (= aqu<strong>el</strong>lo que pue<strong>de</strong> ser fundamento real <strong>de</strong> <strong>la</strong>índole personal). Así como sólo se justifica en su pretensión trascen<strong>de</strong>ntepor <strong>la</strong> vali<strong>de</strong>z que se reconozca a <strong>la</strong> experiencia r<strong>el</strong>igiosa, invocante, d<strong>el</strong>a consciencia creyente monoteísta.Podrían ambos <strong>el</strong>ementos compendiarse en esta breve tesis: Un privilegio<strong>de</strong> «espíritu» (sobre <strong>el</strong> ámbito «material») para <strong>la</strong> <strong>de</strong>nominaciónmetafísica d<strong>el</strong> «<strong>Misterio</strong> absoluto» es afín con <strong>el</strong> privilegio <strong>de</strong> los símbolos«persona» y «amor».Intentaré ahora recapitu<strong>la</strong>r mis reflexiones y lo que podría ser suresultado. Quizá <strong>la</strong> única solución que admite <strong>el</strong> problema tan agudamentep<strong>la</strong>nteado por Sch<strong>el</strong>er es aqu<strong>el</strong><strong>la</strong> que rompe <strong>el</strong> antagonismo radical<strong>de</strong> lo «material» y lo «espiritual»: haciendo verosímil una hipótesismetafísica que no vea a «materia» y «espíritu» como portadores disyuntos<strong>de</strong> «perfecciones» <strong>de</strong> lo real, entre sí totalmente irreductibles. En esesupuesto, tener a «Dios» (Absoluto) por «espiritual» no significa «quitarl<strong>el</strong>a perfección <strong>de</strong> lo material». Porque lo material se concibe comodinamismo <strong>de</strong> una <strong>de</strong>terminada actuosidad «dispersa». Y «lo espiritual»es, consiguientemente, concebido como dinamismo <strong>de</strong> actuosidad «concentrada».Lo espiritual que nosotros conocemos —y <strong>de</strong> lo que toma punto <strong>de</strong>arranque cualquier atribución que hagamos a Dios— es sólo lo humano:inserto en <strong>la</strong> trama evolutiva <strong>de</strong> los procesos dinámicos materiales.Cuando, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahí, se diga «Dios es espíritu puro», lo que «puro» añadano significará total contraposición con <strong>la</strong> materia. Se enten<strong>de</strong>rá que s<strong>el</strong>e atribuye una operosidad tal que no necesita <strong>la</strong> base «material» quenecesita lo «espiritual»-humano. Y, por supuesto, también en este caso565

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