Universidad de Chile Facultad de Derecho Departamento Derecho ...

inscripción de la hipoteca, sin embargo, en esta escritura volvió a cometerse un error al señalar los
deslindes del inmueble, el que fue finalmente rectificado por escritura pública de fecha 23 de junio de
1995, otorgada ante la precitada Notaría. Manifiesta que en la cláusula segunda de la escritura de fecha
23 de junio de 1995, se estableció: “Por el presente instrumento, el otorgante, en la representación que
comparece, viene en rectificar la escritura de fecha catorce de marzo de mil novecientos noventa y
cinco ya referida, en el sentido de que por un error involuntario se mencionó como deslinde sur y
oriente el siguiente “sur: en dieciséis coma veinticuatro metros y en ochavo de cuatro metros con calle
dos; al oriente: en doce metros con sitio cuatro misma manzana”, debiendo ser: sur: en dieciséis coma
sesenta y cuatro metros y en ochavo de cuatro metros con calle dos; Oriente: en doce metros con calle
uno y Poniente con sitio cuatro de la misma manzana”, agregando que no se requirió al Conservador de
Bienes Raíces que tomara nota de la rectificación de deslindes que da cuenta la escritura de fecha 23 de
junio de 1995, al margen de la inscripción de la hipoteca del Registro de Hipotecas correspondientes al
año 1995, por lo que los deslindes indicados en la inscripción no corresponden a los de la propiedad
hipotecada. Señala que de esta manera, según la inscripción de la hipoteca antes referida, los deslindes
del bien hipotecado son: “Al norte: en 19,80 metros con sitio 7 misma manzana; al sur: en 16,24 metros
y en ochavo de 4 metros con calle 2; al oriente: en 12 metros con sitio 4 misma manzana, y al poniente
en 15 metros con calle uno, y al poniente, en 15 metros con sitio cuatro misma manzana”, en
circunstancias que los deslindes correctos según plano y títulos de la propiedad son “Al norte: en 19,80
metros con sitio 7 misma manzana; al sur: en 16,24 metros y en ochavo de 4 metros con calle 2; al
oriente: en 12 metros con sitio 4 misma manzana; y al poniente: en 15 metros con calle 1; y al poniente:
en 15 metros con sitio cuatro misma manzana”.
Sostiene que en conclusión los deslindes del inmueble hipotecado que constan en la inscripción del
Registro de Hipotecas del Conservador de Bienes Raíces, correspondiente al año 1995, no
corresponden a los de la propiedad hipotecada, agregando que en los contratos citados en la referida
inscripción, no se incluye la rectificación otorgada por escritura publica de fecha 23 de junio de 1995,
ante Notario Publico, en la que se hace referencia a los deslindes correctos de la propiedad. Indica que
cualquiera que sea la tesis a que se adhiera en cuanto al rol de la inscripción hipotecaria, esto es, si se
entendiera que aquella es un requisito de solemnidad y además, que con ella opera la tradición del
derecho real de hipoteca (Alessandri), o si se estimara que con ella sólo opera la tradición del referido
derecho (Somarriva), debemos concluir que la inscripción hipotecaria será la única manera de realizar
la tradición del derecho real de hipoteca, añadiendo que si la inscripción hipotecaria no cumple con los
requisitos exigidos por la ley, es nula, y por lo tanto, debemos concluir que no ha operado a favor del
banco acreedor la tradición del derecho real de hipoteca que lo habilitaría para ejercer esta acción. En
otras palabras, el derecho real de hipoteca no ha sido entregado o transferido al acreedor hipotecario,
por lo tanto, el título que pretende hacer valer el actor no empece a su parte, no la perjudica, haciendo
presente que la ley no ha definido el significado del vocablo “empecer”, y que se debe estar a lo
establecido en el artículo 20 del Código Civil, en cuanto a que las palabras de la ley se entenderán en su
sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya
definido expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal, añadiendo que
como el legislador no ha definido expresamente la palabra “empecer”, hay que estar a su sentido
natural y obvio, que no es otro que el que dicha palabra tiene en la lengua castellana, de acuerdo con el
referente reconocido por la jurisprudencia y que está constituido por el Diccionario de la Lengua
Española de la Real Academia Española, según el cual empecer significa “dañar, ofender, causar
perjuicio”, y en una segunda acepción significa “impedir, obstar”, sosteniendo que de las acepciones
analizadas la única que se aproxima al texto del numeral 3 del inciso 2 del artículo 103 de la Ley
General de Bancos es aquella según la cual “empecer” significa “ofender o causar perjuicio”. Señaló
que el título invocado por el actor, cuya finalidad es servir de sustento a la acción incoada no se
encuentra en situación de empecer a sus representadas, causándoles el perjuicio (remate), si quien
demanda no ha adquirido el derecho real de hipoteca, presupuesto necesario para iniciar la acción