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adorno-theodor-dialectica-negativa-y-la-jerga-de-la-autenticidad-1970-ed-akal-2005

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-Aetafüica y cultura 335<br />

:ivo es tan reacio a su fundamentación como otrora el dato <strong>de</strong>l kantiano.<br />

Tratarlo discursivamente sería un crimen: en él pue<strong>de</strong> sentirse corporaimente<br />

el momento <strong>de</strong> lo adicional en lo ético. Corporalmente porque es<br />

íl aborrecimiento, hecho práctico, <strong>de</strong>l inaguantable dolor físico al que están<br />

expuestos los individuos incluso <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que <strong>la</strong> individualidad, en<br />

cuanto forma espiritual <strong>de</strong> <strong>la</strong> reflexión, está a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer. Sólo<br />

en el motivo materialista sin tapujos sobrevive <strong>la</strong> moral. La marcha <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

nistoria no <strong>de</strong>ja otra salida qtie el materialismo a lo que tradicionalmente<br />

fue lo opuesto a él sin m<strong>ed</strong>iaciones, <strong>la</strong> metafísica. Lo que el espíritu antaño<br />

se jactaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar o construir a semejanza suya se mueve hacia<br />

lo que no se asemeja al espíritu; hacia lo que se sustrae a su dominación<br />

V en lo que ésta sin embargo se manifiesta como el mal absoluto. El estrato<br />

somático, alejado <strong>de</strong>l sentido, en el vivo es escenario <strong>de</strong>l sufrimiento<br />

que en los campos abrasó sin consuelo todo lo que <strong>de</strong> apaciguador hay<br />

sn el espíritu v en <strong>la</strong> objetivación <strong>de</strong> éste, <strong>la</strong> cultura. El proceso por el que<br />

La metafísica se <strong>de</strong>svió incontenible hacia aquello contra lo cual fue otrora<br />

concebida, ha alcanzado su punto <strong>de</strong> fuga. Allí don<strong>de</strong> no se ha vendido<br />

a <strong>la</strong> elucubración autorizada, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el joven Hegel <strong>la</strong> filosofía no ha<br />

podido reprimir hasta qué punto se ha inmiscuido en <strong>la</strong>s preguntas <strong>de</strong>l<br />

ser-ahí material. La infancia barrunta algo <strong>de</strong> esto en <strong>la</strong> fascinación que<br />

parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> zona <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sol<strong>la</strong>dor, <strong>de</strong> <strong>la</strong> carroña, <strong>de</strong>l olor repelentemente dulce<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>scomposición, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s expresiones ignominiosas para referirse a<br />

esa zona. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ese ámbito en el inconsciente quizá no es menor<br />

que el <strong>de</strong> <strong>la</strong> sexualidad infantil; ambos se superponen en <strong>la</strong> fijación anal,<br />

pero distan <strong>de</strong> ser lo mismo. Un saber inconsciente susurra a los niños<br />

que lo que importaría sería lo que <strong>la</strong> <strong>ed</strong>ucación civilizadora reprime; <strong>la</strong><br />

miserable existencia física se inf<strong>la</strong>ma con el interés supremo, que apenas<br />

es menos reprimido: qué es esto y adon<strong>de</strong> va. Quien consiguiera acordarse<br />

<strong>de</strong> lo que una vez le sugirieron <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras «cloaca» y «pocilga» estaría<br />

sin duda más cerca <strong>de</strong>l saber absoluto que el capítulo hegeliano que<br />

se lo promete al lector para negárselo con superioridad. La integración<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte física en <strong>la</strong> cultura habría que refutar<strong>la</strong> teóricamente, pero<br />

no a favor <strong>de</strong> <strong>la</strong> esencia puramente ontológica muerte, sino por mor <strong>de</strong><br />

lo que el h<strong>ed</strong>or <strong>de</strong>l cadáver expresa y sobre lo que su transfiguración en<br />

restos mortales engaña. A <strong>la</strong> vista <strong>de</strong> su amante hijo, un hostelero l<strong>la</strong>mado<br />

Adán mataba a estacazos <strong>la</strong>s ratas que salían <strong>de</strong> sus guaridas al patio;<br />

a su imagen se creó el niño <strong>la</strong> <strong>de</strong>l primer hombre. Que se olvi<strong>de</strong> esto; que<br />

va no se comprenda qué es lo que antes se sentía ante <strong>la</strong> furgoneta

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