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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

chilena. Si bien hubo en Chile un precursor de esta postura, Juan Antonio de Rojas<br />

en 1780, esta estrategia era compartida al principio por muy escasas personas en<br />

Chile y se diferenciaba claramente de las de los otros patriotas.<br />

El movimiento autonomista del 18 de septiembre carecía de plan político...<br />

Los principales actores de la Junta del 18 septiembre de 1810 y la gran mayoría<br />

de los partidarios de la autonomía en 1810-11 apuntaban a una mera autonomía<br />

administrativa, al reconocer al Rey Fernando VII como soberano legítimo 8 , y<br />

aprovechando su alejamiento (considerado progresivamente como durable) del<br />

poder. Si bien es cierto que esta corriente patriótica era significativa en 1810,<br />

el grupo carecía de ideas políticas y planes estructurados y no aspiraba a otra<br />

revolución que a suplantar la burocracia peninsular para hacer prevalecer sus<br />

intereses de clase: “mayor poder político, supresión de impuestos, desaparición<br />

de los privilegios de que gozaban los peninsulares, libertad de comercio y otras<br />

medidas tendientes a lograr que los recursos se queden y reproduzcan en<br />

Améríca... “ 9 .<br />

Como lo expuesto por Alberto Edwards Vives, Chile no tenía burguesía en el<br />

sentido europeo sino que “un tipo de excepción, una especie de accidente social...<br />

una aristocracia mixta, burguesa por su formación, debida al triunfo del dinero...<br />

pero por cuyas venas corría también la sangre de algunas de las viejas familias<br />

feudales... empapadas en sentimientos de superioridad y jerarquía... El origen<br />

étnico (vascos y navarros) y la formación de nuestra antigua clase dirigente<br />

explican de sobra sus características... su especial idiosincrasia en que se mezcla<br />

el buen sentido burgués con la soberbia aristocrática, la vigorosa cohesión de sus<br />

familias... hicieron de ella un grupo social... único en la confusa historia del primer<br />

siglo de la América española independiente...” 10 .<br />

En Chile, la vida política estaba exclusivamente en manos de una fracción muy<br />

limitada de la población. Según Heise, el número de habitantes políticamente<br />

activos estuvo “limitado a una élite que en todo el país llegó a 150.000 almas” 11 ,<br />

y la lucha por la emancipación resultó de un movimiento puramente aristocrático.<br />

La mayoría estadística de la población no participó en la oposición al gobierno<br />

del Virrey y del Gobernador, y la emancipación no tuvo un carácter social. Sólo el<br />

grupo social dominante y los intelectuales, incluyendo el clero, fueron protagonistas<br />

efectivos de una guerra interna a la clase dominante, la aristocracia criolla dueña<br />

de la fortuna y de la tierra que quería apoderarse de la administración ocupada<br />

8 El hecho de reconocer al Rey preso como soberano no era un criterio para distinguir a los realistas de<br />

los patriotas, dado que los patriotas lo hicieron por razones tácticas para no provocar la represión por<br />

parte del Virrey de Lima, mientras la gran mayoría de los otros lo hacía por inercia colonial y monarquista.<br />

Paulatinamente, al tomar conciencia de las ventajas de la autonomía y del libre comercio, este reconocimiento<br />

de un soberano ficticio se volvió una excusa muy cómoda para los intereses de los criollos (argumento de la<br />

“máscara de Fernando”).<br />

9 Bohórquez, Carmen, “La tradición republicana”, ob. cit<br />

10 Edwards Vives, Alberto. La Fronda aristocrática en Chile, Editorial Universitaria, Santiago, (1925), 1993, pp.<br />

33-39.<br />

11 Incluyendo a mujeres y niños, sobre un millón de habitantes; Heise, Julio, Años de formación y aprendizaje<br />

políticos 1810-1833, Editorial Universitaria, Santiago, 1978, p. 110.<br />

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