REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
medida que produjo en los afectados molestias que con el tiempo se fueron
acrecentando.
Posteriormente, el 12 de noviembre de 1817 declara abolidos los títulos
de nobleza hereditaria, y sólo el 20 se da a luz su texto, que en su parte final
expresaba: “El Estado no reconoce más dignidad ni da más honores que los
concedidos por los Gobiernos de América”. La abolición de los títulos de nobleza
hereditaria en el hecho afectó a muy pocos, no eran más de 11. Pero el grueso de
la alta burguesía chilena anhelaba adquirir un estatus nobiliario, y con la abolición
se frustraban expectativas, se sintieron agraviados, muchos más, que las 8
familias directamente dañadas con la medida del Director Supremo.
Sin una protesta, afirma Feliú Cruz, para no contrariar lo que parecía
sustantivo en aquel momento, la independencia nacional, el patriciado toleró las
disposiciones de O’Higgins contra sus privilegios nobiliarios.
Claro está que se vivía el año 1818, pero estos agravios para los afectados
fueron contabilizados al “Debe” en la cuenta del Director Supremo, pero cobrados
con creces un 28 de enero de 1823, día de la abdicación de O’Higgins.
Sin desentender sus preocupaciones de soldado y la lucha por la plena
independencia en el campo militar, el héroe-estadista persevera en la organización
formal de los basamentos de la república.
En forma apretada deseo dar a conocer algunos de los decretos promulgados
en los primeros meses de su gobierno; medidas de seguridad contra los españoles
dispersos del Ejército realista; ordena a los realistas que hayan tenido colocación,
o destino alguno en él, presentarse al Palacio ante el Secretario de Guerra,
José Ignacio Zenteno, bajo apercibimiento de aprehensión y fusilamiento; otorga
pensiones de gracia a las madres viudas de los vencedores de Chacabuco.
También crea la Academia Militar, de quien fue su primer Director, Antonio Arcos.
No obstante ser un fervoroso católico tuvo la entereza de ordenar la separación
y destierro del Obispo de la Diócesis de Santiago, don José Rodríguez Zorrilla,
y nombra Gobernador del Obispado con todas las atribuciones y facultades al
Canónigo de la Santa Iglesia, don Pedro Vivar. Continúan las medidas de gobierno
y encarga al Cabildo la recaudación y distribución de la contribución mensual que
impone a los vecinos pudientes; crea Alcaldes de barrios, para que velaran en
sus respectivos departamentos por la tranquilidad y el orden público; organiza
un hospicio de mujeres, que sirviera de corrección y ocupación a dicho sexo,
encargándose de la organización a D. Martín Calvo Encalada; señala normas
sobre el pago de pensiones a inválidos y retirados del Ejército.
En su acción de hombre bondadoso y comprensivo aborda el problema de
los esclavos, y el 8 de julio declara “nulas y de ningún valor y efectos las ventas
y enajenaciones de individuos esclavos”; dicta normas sobre alumbrados a las
ciudades; asimismo, un decreto en que se promueve el descubrimiento y libre
elaboración del salitre para la fabricación de la pólvora, y también sobre policía de
calles.
Estos son algunos de los decretos dictados en los primeros meses, en su afán
de estructurar institucional y administrativamente a la nación.
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