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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

jornada de estadista y gobernante. El agricultor de Bío-Bío se transformaba en un<br />

activo agricultor del valle de Cañete.<br />

Mientras tanto en Chile la figura del héroe epónimo fulguraba y sus amigos, sin<br />

reticencias, añoraban su regreso; y fue así como el 30 de junio de 1832 don José<br />

Gaspar Martín patrocina un proyecto de ley destinado a restituir al ciudadano<br />

O’Higgins en su empleo de Capitán General, del cual fue ilegalmente despojado.<br />

El Parlamento encarpetó la Moción Marín. Portales no fue ajeno a esta superior<br />

resolución.<br />

El tiempo avanza. Es testigo del deterioro de las relaciones chilenas con la<br />

Confederación Peruana-Boliviana, que 14 años de ostracismo hacen efecto en su<br />

alma generosa, que aspira a la paz y a la unión de los rubios americanos.<br />

No reprueba el Tratado de Paucarpata, firmado el 17 de noviembre de 1837,<br />

entre el Almirante Blanco Encalada y el General Santa Cruz, el mismo Tratado<br />

que fue desahuciado por el gobierno de Chile, bajo la dirección directa del Ministro<br />

Portales.<br />

El triunfo de Yungay obtenido por el General Bulnes, Jefe del Ejército<br />

Restaurador y con el aporte valioso del General José María de la Cruz, Jefe del<br />

Estado Mayor y de los bravos soldados chilenos, conmueve y hace vibrar las<br />

fibras dormidas del gran soldado. O’Higgins tiene remembranzas de El Roble,<br />

Rancagua y Chacabuco.<br />

Ambos Jefes triunfadores fueron sus subalternos, los que después de la<br />

entrada a Lima cultivaron una muy grata amistad que se prolongó hasta el regreso<br />

de ambos Jefes a Chile.<br />

En 1841 el General Bulnes asume la Presidencia de la República, noticia<br />

gratísima para O’Higgins.<br />

Sin embargo, el 20 de enero de 1839, encuentra a O’Higgins con la<br />

preocupación del agravamiento de la salud de su madre, doña Isabel, de quien<br />

prácticamente no se había separado desde que llegó a Chile en 1802, de regreso<br />

del Viejo Mundo. Ella pasa a ser, desde ese día, el centro de su vida, su prudente<br />

consejera, consuelo de sus horas tristes. Juntos disfrutaron los, días de esplendor<br />

al asumir el cargo de Director Supremo, y juntos, el ostracismo, las injusticias y<br />

las incomprensiones. Fallece la ilustre dama el 21 de abril, llenándolo de congoja<br />

y entristeciéndole profundamente.<br />

El mismo escribía: “creo que hijo alguno haya amado más efusivamente<br />

a su madre que yo”. Esta herida profunda no cicatrizó y la salud del hijo inició<br />

franco descenso. Con el dolor viniéronse encima los años, que en su calendario<br />

pasaban ya sesenta, según nos relata el historiador Orrego Vicuña. Enflaqueció<br />

extraordinariamente, su cabello ralo blanqueó, las espaldas se encorvaron, las<br />

mejillas se tornaron flácidas y vacilante el andar. Sólo el pulso permaneció firme<br />

como reflejo de la entereza del ánimo que no lo abandonó.<br />

Desde fines de 1839 se refugia en Montalván, obsesionado con aumentar la<br />

producción de caña de azúcar que le permitiera salir de deudas. Su enfermedad<br />

lo obligó a regresar, en 1841, a Lima. Allí conoció que la Cámara de Senadores,<br />

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