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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

doctrina de la independencia, que después de haberla propagado y revolucionado<br />

en Quito, se hallaba fugitivo activando la de Chile”.<br />

El investigador Emilio Rodríguez Mendoza en su obra La Emancipación y el<br />

Fraile de la Buena Muerte consigna que Camilo Henríquez inició sus estudios de<br />

medicina en Quito, seguramente en la Universidad que fundaron los jesuitas, San<br />

Gregorio Magno o en la establecida por los agustinos, San Fulgencio, autorizada<br />

por el Papa en 1586. Lo que se sabe a ciencia cierta es que sus estudios de<br />

medicina los terminó en Buenos Aires, durante los años que permaneció exiliado.<br />

La mayoría de los frailes de la Buena Muerte practicaban la medicina, pues como<br />

sabemos, se dedicaban al cuidado y tratamiento de enfermos. En Quito, atendían<br />

junto a los Betlemitas en el Hospital Real, hoy San Juan de Dios.<br />

Durante mi prolongada permanencia en Quito, en colaboración con mi mujer,<br />

Alicia Rojas, investigadora de Historia del Arte, tratamos de seguir los pasos<br />

de Fray Camilo. Visitamos el convento de La Merced, donde vivió casi toda su<br />

estancia. Es una arcaica construcción, ubicada entre las calles Chile, Cuenca,<br />

Mejía e lmbabura y data su primera capilla de 1559. La actual fábrica fue diseñada<br />

por el arquitecto José Jaime Ortiz y data del siglo XVIII, 1700-1740 y su retablo<br />

de 1748, obra del famoso artista quiteño Bernardo de Legarda. El convento sigue<br />

el tradicional esquema de los monasterios benedictinos, con una hermosa pila<br />

de piedra labrada, que data de 1652. Sus paredes la ornan valiosas pinturas<br />

de la época colonial. Consta de tres naves en planta de cruz latina, en base al<br />

modelo de la Iglesia de la Compañía. El imafronte muestra la monumentalidad de<br />

las superficies blancas y las portadas trabajadas en piedra, su única torre y sus<br />

cúpulas cubiertas con tejuelo verde vitrificado. Con emoción visitamos el sector<br />

de las celdas en la seguridad de que en una de ellas debió vivir nuestro fraile.<br />

Quedamos en deuda con la idea de colocar una placa que señale a los visitantes<br />

que ahí vivió Fray Camilo. También pernoctó algún tiempo en la Iglesia, convento<br />

y residencia jesuita, cuyos sacerdotes habían sido en esa época expulsados de<br />

España y sus colonias. Es uno de los templos más hermosos y fastuosos de<br />

Quito. Tres naves abovedadas con linternas, artesones de madera, gran retablo,<br />

capillas y sacristía con retablos, todos recubiertos de pan de oro. Resalta la<br />

fuerza de las columnas salomónicas rematadas en capiteles, pilastras y columnas<br />

que enmarcan los nichos y una multiplicidad de mensajes esculpidos reflejan un<br />

intencionado simbolismo religioso. Todo ello lo conoció, vivió, gozó y de seguro<br />

comparó con lo modesto de nuestras iglesias.<br />

Fray Henríquez estimó que había llegado la hora de regresar a su patria.<br />

Las noticias que llegaban de Santiago, sumado a la enfermedad de los huesos,<br />

secuela de los tiempos que pasó en prisión, hizo que pidiese dispensas al obispo<br />

Cuero y Caicedo para abandonar esa sede episcopal y lo autorizara primeramente<br />

retornar a Lima, lo que efectivamente ocurrió a fines de septiembre de 1810.<br />

Viajó a Guayaquil con el propósito de trasladarse por mar a Callao; sin embargo,<br />

en la bahía de Sechura debe abandonar la nave y trasladarse a Piura, donde<br />

convalece. De nuevo viaja a la costa donde tuvo el agrado de saber noticias de<br />

Chile, en particular la formación de la Primera Junta de Gobierno, por el capitán de<br />

un barco procedente de Valparaíso. De inmediato hizo los arreglos para proseguir<br />

en la misma nave de carga. Toda esta situación fue corroborada por el patriota<br />

chileno Joaquín Campino, que llegó a Piura días después.<br />

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