REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
personalidades del Ejército, Marina, y el Parlamento. El 9 de diciembre parte la
Escuadra, compuesta de las corbetas Chacabuco, Esmeralda y O’Higgins. La
Comitiva es recibida en Lima con grandes agasajos. Los peruanos de aquella
época reconocían no sólo a su Libertador, sino que apreciaron en él al adalid de
la solidaridad americana.
Al entregar los restos en nombre del gobierno del Perú, el Ministro Barrenechea
dijo, con toda justicia:
“Más feliz que Temístocles, el Gran Mariscal del Perú, don Bernardo O’Higgins,
ha muerto en el seno de los amigos de su Patria. Vuestro Capitán General nos
pertenecía, pero era ante todo vuestro. Por eso os lo devolvemos. Sin embargo,
esas cenizas os dirán que están naturalizadas en el Perú. Ellas son el glorioso
recuerdo de una gloriosa unión; singular destino el del Capitán General Gran
Mariscal O’Higgins. En el poder, en la proscripción, y en la muerte sirviendo a la
misma causa, a la gran causa de la unidad de América”.
Bellas palabras que realzan el gran ‘Valor americano’ que fuera don Bernardo
O’Higgins.
El 30 de diciembre, la corbeta O’Higgins inicia el zarpe de regreso desde
Callao, escoltada por las naves de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia; y por
el Huáscar, la Apurimac y La Unión del Perú; la Independencia sigue las aguas de
nuestros barcos hasta Valparaíso, donde arriban el 8 de enero de 1869.
Desde el 9 al 13 de enero una sola palpitación estremece el corazón de Chile.
El Libertador ha sido incorporado al sueldo chileno, y ahí yacerán sus restos
inmortales, y alcanza su último y definitivo reposo, en la tierra de su nacimiento.
Numerosos son los discursos pronunciados en Valparaíso y Santiago,
por las brillantes personalidades de la época, a saber, el Almirante Blanco
Encalada, el Ministro de Guerra y Marina don Francisco Echaurren, don Álvaro
Covarrubias, Presidente del Senado; don Francisco Vargas Fontecilla Presidente
de la Cámara de Diputados; don Diego Barros Arana, el eximido historiador; don
Mariano Casanova, futuro Arzobispo de Santiago; D. Juan Williams Rebolledo,
Comandante en Jefe de la Escuadra Nacional y muchos más.
Fue trasladado de Valparaíso a Santiago, en ferrocarril que recién estaba
en circulación y arribó a la Estación Central, desde donde partió el funeral al
Cementerio General, el mismo que 50 años atrás él ordenó construir.
Quince años de silencio, antes que el Presidente Domingo Santa María
promulgara la ley del 10 de diciembre de 1883, en que creaba la provincia de
O’Higgins.
Continúa esta situación, salvo manifestaciones esporádicas, hasta el 3 de
agosto de 1910, en que se promulga la ley 2337 que autoriza la erección de
un monumento en la plaza de Rancagua, en homenaje al General Bernardo
O’Higgins.
Esta ley está firmada por el Vicepresidente de la República don Elías Fernández
Albano, quien firmara una semejante para la erección de un monumento en la
ciudad de Chillán.
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