REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
de Chile, algunas de las cuales se involucraron en los problemas internos al ser
destinadas al Ejército de Belorano, el que también desapareció en la vorágine
revolucionaria.
Ante esta situación, San Martín empezó a dilatar las órdenes de su gobierno
para concurrir con sus fuerzas a Buenos Aires, terminando por desobedecer la
perentoria orden de Rondeau y acceder, a principios de 1820, a las repetidas
instancias de su leal amigo el Director Supremo O’Higgins, para que regresara
a Chile y tomara el mando de la Expedición Libertadora del Perú. Honor, que
había sido rechazado por O’Higgins al no aceptar las proposiciones y Acuerdo
del Senado chileno, para asumir el mando, debido a la ausencia y enfermedad de
San Martín y los problemas trasandinos (Acuerdo del Senado, 22 de diciembre de
1819, Historia de la Expedición Libertadora del Perú. Tomo Primero, pág. 184, de
Gonzalo Bulnes).
Posteriormente en la denominada Acta de Rancagua del 2 de abril de 1820, sus
oficiales ratificaron a San Martín como su Comandante en Jefe. Mitre justifica esta
desobediencia del Libertador San Martín al expresar: “El General se encontraba
sin Patria en cuyo nombre obrar y sin gobierno ante quien justificarse o que diera
sanción a sus actos”.
El Gobierno de Chile realizó esta situación integrando las unidades del glorioso
Ejército de los Andes, que aún permanecían en el país, al Ejército chileno a
cuya bandera quedaron acogidos e incorporados en sus Listas de Revistas de
Comisario para los efectos de reconocerles a oficiales y soldados sus grados y
sueldos, iguales a los del Ejército chileno.
El General argentino, Gerónimo Espejo expresa lo siguiente en su obra El
Paso de Los Andes, refiriéndose al Acta de Rancagua.
“En estas circunstancias se organizaba la Expedición Libertadora al Perú, cuya
principal fuerza la componían las tropas de los Andes pero su bandera, esa sagrada
insignia laureada por las victorias de Chacabuco y Maipú, era necesario eliminarla por
cuanto simbolizaba un cuerpo destrozado y sin cabeza”. Hablando de la retirada de
San Martín del Perú, agrega: “se dirigió a Chile donde sufrió una grave enfermedad
y en enero de 1823 pasó a Mendoza a convalecer, informó al Gobernador de la
provincia que la bandera del Ejército de los Andes estaba en poder del gobierno de
Chile, aconsejándole que la reclamara por cuanto ninguna otra provincia argentina
consideraba con mejor derecho para poseer esa reliquia. El gobernador entabló la
reclamación por medio de un comisionado “Ad hoc” y el presidente de Chile convencido
del derecho y la justicia entregó la bandera, la misma que desde entonces (1823) y
hasta lo presente se conserva en Mendoza”.
O’Higgins nombró a San Martín Comandante en Jefe del nuevo Ejército, llamado
ahora oficialmente Ejército Libertador del Perú (Decreto Supremo de O’Higgins
11 de mayo de 1820) y redobló sus esfuerzos para dejarlo en condiciones de
emprender su gloriosa misión.
Felizmente O’Higgins contó con el patriótico concurso de los Cabildos del país,
particularmente con el de Santiago, y con las autoridades nacionales que lograron
inicialmente la cooperación entusiasta y voluntaria de la ciudadanía y luego
la comprensión de ella cuando tuvo que recurrirse a requisiciones de dineros,
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