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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

era Maestre de Campo General de este reino y Comandante de las Plazas y<br />

Tropas de la Frontera, siempre que pasaba por esta ciudad a los asuntos del Real<br />

Servicio alojaba y posaba en casa de mis abuelos, como vecinos distinguidos y<br />

de los de mayor representación del lugar” 79 .<br />

Don Ambrosio, aunque interino, era la primera autoridad de la Provincia<br />

de Concepción, la mitad administrativa de Chile. Su paso, su llegada o su<br />

permanencia en Chillán, estaban revestidos por las formalidades ordinarias que<br />

se observaban con las autoridades, no exentas de regulaciones protocolares y<br />

amenizadas por reuniones sociales, que el maduro irlandés no despreciaba. Al<br />

conocer a la más joven de las hijas de don Simón Riquelme, se removieron en él,<br />

agitada y descontroladamente, sus antiguas y ahora desequilibradas pasiones de<br />

galán.<br />

Toda la vida del irlandés parece un modelo de juicioso equilibrio, de completo<br />

dominio y control sobre sus impulsos y sentimientos. En todas las direcciones<br />

posibles en que se quiera examinar su existencia, se hallará siempre su carácter<br />

calculador, de impecable ponderación en sus actos sociales. Según se aproximaba<br />

a la meta que se había fijado, con razón, para sus méritos indisputables, mayor<br />

era la vulnerabilidad que ofrecía a sus enemigos en constante vigilia, y mucho<br />

más cuidadosas, naturalmente, las precauciones que regían su conducta. Un<br />

desliz pequeño e insignificante podía ser manejado, como sospechaba, por el<br />

sinnúmero de sus desafectos, con malicia y felonía, perturbando su inigualada y<br />

rápida ascensión.<br />

A la edad de 58 años la soltería de don Ambrosio no significaba insensibilidad<br />

y mucho menos indiferencia ante los encantos de las bellezas coloniales. El<br />

pelambre institución colonial ejercitada con pocas sobre los lances amorosos del<br />

maduro irlandés menudeaban y habían colmado su imagen de hombre galante,<br />

cortesano, además de particularmente cuidadoso en el mantenimiento del secreto<br />

en sus episodios de alcoba. Los relatos picarescos sobre sus aventuras corrían,<br />

sin embargo, de boca en boca, incluyendo el comentario sobre las sanciones que<br />

aplicaba a los murmuradores.<br />

Estas informaciones, como otras semejantes, proceden, aunque levemente<br />

deformadas, de Vicente Carvallo y Goyeneche 80 .<br />

En esta materia no podía estar ajena la filosa pluma del enconado enemigo de<br />

don Ambrosio, afirmando que había obtenido los ascensos y distinciones “desde<br />

su Gabinete y sin dejar el dulce trato de las señoras que es más suave que el de<br />

los enemigos” 81 .<br />

La escasa iconografía de don Ambrosio nos muestra imágenes tan diversas<br />

que es imposible hallar una remota semejanza entre ellas. Donoso cree que<br />

el retrato que más se aproxima al modelo es el que se conserva en el Museo<br />

de Lima y que reproduce en las primeras páginas de “El marqués de Osorno”.<br />

79 Archivo Nacional de Chile. Fondos varios, Vol. 556. Archivo de don Bernardo O’Higgins. Ed. Nascimento,<br />

1946, Tomo 1, pp. 48-49. Hugo Rodolfo E. Ramírez Rivera: Algunas piezas fundamentales para el estudio de<br />

la vida del Libertador don Bernardo O’Higgins. “Revista Libertador O’Higgins”, Nº2, 1986, p. 215.<br />

80 Vicente Carvallo y Goyeneche: ob. cit., p. 405.<br />

81 Vicente Carvallo y Goyeneche: ob. cit., p. 435.<br />

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