REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ
Después de Maipú, O’Higgins consideró más que nunca la urgencia de enviar
al Perú una expedición, a fin de destruir el poder militar que España había
concentrado en el Virreinato y que, lógicamente, gravitaría en la independencia
de Chile.
Esta razón principal, de alta estrategia que sostenía el prócer, influyó en los
miembros del Senado, para aprobar el proyecto de O’Higgins, en noviembre de
1818.
O’Higgins fue, pues, el más activo impulsador de su plan militar. Al respecto,
Barros Arana dice: “Lleno de decisión y entusiasmo, escribió a San Martín con
fecha 15 de mayo de 1819: Todo se nos procura para disponer una expedición a
las costas del Perú. El dinero, el alma de todas las cosas nos vendrá de suficiente
cantidad. Véngase Ud., pues aquí lo dispondremos todo y llevaremos la guerra al
Perú”.
Según el Director, y destacados colaboradores, San Martín debía mandar la
expedición. A su vez, el General argentino estimaba que O’Higgins era el indicado
para ponerse al frente del Ejército Expedicionario, sirviendo él como Jefe del
Estado mayor. Este rasgo fue apreciado por O’Higgins, que insistió que San Martín
viniese al país. O’Higgins escribe también a San Martín reclamando el regreso de
tropas, porque en ellas había chilenos incorporados en los batallones del Ejército
de los Andes. Por otra parte, deseaba la ayuda pecuniaria del gobierno de Buenos
Aires, que había ofrecido, por intermedio del Coronel Tomás Guido, una suma
de $120.000, para los primeros gastos que originaría el desembarco de Buenos
Aires, debiendo, por consiguiente, afrontar Chile el peso de la expedición.
En esos días, el Almirante Cochrane empezó a intervenir en la organización
de la Expedición Líbertadora, y solicitó que el General Freire tomara el mando
del Ejército. Esta insistencia le trajo a O’Higgins el problema con Freire, a quien
le explicó con firmeza y bondad que no estando aún dominado el territorio, desde
Bío-Bío al Sur, sus servicios eran muy útiles en esa región. Desde ese momento,
el General Freire, quien tenía legítimas ambiciones, estableció con el Director
Supremo una lucha enconada, que culminó en 1823.
El General San Martín fue designado por el gobierno Jefe de la Expedición, el
Coronel Las Heras, ascendido a General de Brigada, Jefe del Estado Mayor.
El gobierno, por su parte, reunía los fondos para financiar la expedición
conforme la autorización del Senado. Prestigiosos chilenos contribuyeron con su
aporte e igualmente los comerciantes ingleses de Valparaíso.
El gobierno requería el máximo de aportes para hacer frente a los gastos
de la empresa. Las exigencias eran muchas, especialmente de Cochrane que
requería un buen apertrechamiento para los buques y sueldos satisfactorios para
los Oficiales y tripulaciones. Además, hubo desavenencias entre los Jefes de la
Escuadra, y de los Comandantes que discrepaban con Cochrane.
O’Higgins, mirando el fin superior del alistamiento de las naves, y teniendo aprecio
y deferencia hacia el Almirante, diplomáticamente arreglaba los inconvenientes.
Le cooperaba en éste aspecto el General San Martín que estimulaba al igual que
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