REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
de noviembre de 1818, fijando su residencia en Chile. Es así como, el 9 de
diciembre, recibe su carta de ciudadanía y el 23 del mismo mes, es investido con
el grado de Vicealmirante de la República de Chile, asumiendo el mando de la
Escuadra Nacional, quedando Blanco Encalada como su segundo, con el grado
de Contralmirante.
A pocas semanas de asumir el mando de la Escuadra, Cochrane tomó la
iniciativa estratégica de zarpar con destino al Perú. El solo prestigio del Almirante
hizo que los buques españoles se refugiaran bajo las fortalezas del Callao, con lo
cual perdieron el control del mar. Sin embargo, su próxima acción notable sería
una estocada al corazón del poder naval español. Hasta comienzos de 1820, la
segunda fortaleza española en importancia del Pacífico, seguía siendo Valdivia.
Por su difícil acceso, se consideraba inexpugnable; en efecto, el paso de Corral a
Valdivia debía hacerse remontando el río bajo los fuegos cruzados de 15 fuertes
repletos de artillería.
Lord Cochrane, con la misma audacia que ya lo había hecho famoso en
Europa, usó diversas estratagemas para engañar a los españoles. Finalmente, el
3 de febrero de 1820, arribó a Corral en la goleta Moctezuma y de un ataque que
inició con sólo 300 soldados y marinos, en la noche del mismo día, logró tomarse
uno a uno los fuertes enemigos, que tenían una dotación de 1.800 defensores.
Antes que despuntara el sol del día siguiente, Cochrane había logrado el control
de toda la zona occidental del río, habiendo perdido sólo 7 hombres y causando
la baja de 100 soldados españoles.
La conquista de la fortaleza de Valdivia le permitió, además, capturar 1.000
quintales de pólvora, 10.000 balas de cañón, 170.000 cartuchos de fusil,
numerosas armas livianas, 128 cañones y otros apoyos logísticos para fuerzas
terrestres y navales. Valioso botín que se incorporó al inventario patriota.
La historia naval de Chile nos muestra muchas otras notables acciones
guerreras posteriores emblemáticas como la Expedición Libertadora del Perú, la
guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y la guerra del Pacífico. Asimismo,
también los hechos de consolidación geográfica, como la anexión de Punta Arenas
y el Estrecho de Magallanes hasta el cabo de Hornos, la toma de posesión de la
lejana Isla de Pascua y toda la importante labor en el Territorio Antártico. Todo
esto, no habría sido posible si nuestra Armada nacional no hubiera ejercido el
dominio del mar.
El legado naval anteriormente descrito en forma muy breve, desde que nació
nuestra república, demostró que ese dominio fue vital para cortar los refuerzos
marítimos de la Corona y, posteriormente, para mantener la independencia
de la república de Chile. Este concepto se enraizó en nuestro país y es fuente
permanente de vocación para numerosos chilenos, hombres que no temen perder
de vista la costa propia para conquistar nuevos y lejanos horizontes, si son de
interés nacional.
Lo anterior, si me permiten una reflexión, contrasta con la actitud de una gran
mayoría de chilenos, que al estudiar de pequeños la historia de Chile, aprendieron
que el descubrimiento de nuestro país fue hecho por tierra, por Diego de Almagro.
En circunstancias que el primer europeo en llegar a nuestro territorio fue el
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