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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

LA LOGIA: DESDE NUMEN DE IDEALES<br />

HACIA INSTRUMENTO DE AMBICIONES POLÍTICAS<br />

San Martín y Alvear habían aprendido en las logia de Cádiz y de Londres que<br />

los oprimidos sólo pueden conspirar en las sombras del misterio. En Buenos<br />

Aires habían hecho de la logia el instrumento de ordenamiento político de una<br />

revolución hasta entonces inorgánico y falta de superior conducción. Ordenada la<br />

política bajo la disciplina de la logia, San Martín se consagró exclusivamente a la<br />

realización de los planes militares contra el enemigo común, dejando a Alvear los<br />

asuntos de la logia.<br />

Pero el sueño de Alvear, como el de su amigo José Miguel Carrera, de Chile,<br />

era la gloria militar y la dictadura. En Cádiz se habían prometido ser árbitros de<br />

sus respectivos países y ese año de 1813, dictador de Chile y mandando ejércitos,<br />

Carrera era Ideal y Modelo para Alvear. En Chile un motín militar encabezado<br />

por un hombre audaz pudo improvisar un dictador apoyado por un ejército<br />

revolucionario, pero en las Provincias Unidas eso no era aún posible. Sin embargo,<br />

la logia gobernaba al gobierno y tenía una mayoría en la Asamblea restándole<br />

tener los mandos militares. Gobernando la logia se gobernaba la revolución y San<br />

Martín la había dejado en manos de Alvear. Allí tenía éste el camino para el poder<br />

político y los grados, cuando no la gloria militar a que aspiraba.<br />

La logia necesitaba un general que descollase por su genio militar, para ponerlo<br />

al frente del Ejército del Norte. Con los laureles de Tucumán y Salta, Belgrano<br />

se había afiliado, pero siendo el mejor de los generales probados, carecía de<br />

la preparación técnica según confesaba: “... Porque Dios ha querido me hallo<br />

de General sin saber en qué esfera estoy: no ha sido esta mi carrera y ahora<br />

tengo que estudiar para medio desempeñarme”. A fines de 1813, después de las<br />

derrotas de Vilcapugio y Apoyhuma, perdido el alto Perú, retrocedía impotente<br />

para contener al enemigo y debía ser reemplazado.<br />

Hasta entonces se había luchado contra generales mediocres y tropas mal<br />

organizadas, pero se empezaban a encontrar con jefes entendidos y ejércitos<br />

disciplinados. Los resultados de las batallas ya no dependerían del entusiasmo.<br />

La disciplina, la táctica, la estrategia, la calidad de las armas y la inteligencia<br />

superior del general serían en adelante indispensables para aspirar a triunfos en<br />

campañas ofensivas alejadas de la base de operaciones.<br />

Alvear se presentó de candidato para comandar el ejército del Norte y obtuvo<br />

el nombramiento, pero, a poco andar, volvió indicando a San Martín para ocupar<br />

el puesto. Se ha atribuido a Alvear el plan de apurar con Guillermo Brown la<br />

destrucción de las fuerzas navales realistas en Montevideo, asaltar la plaza<br />

reducida por la acción naval y apoderarse de los 5.000 cañones y 1.800 fusiles.<br />

Luego, combinar con su amigo y compañero Carrera, de Chile, limpiar el Sur de<br />

realistas, avanzar sobre Lima y echar al mar al Virrey Abascal. O sea, materializar<br />

bajo su nombre la idea de San Martín y, así, América y Europa se harían eco<br />

de sus triunfos en todos los periódicos, su patria le prodigaría los grandes y<br />

extraordinarios honores ambicionados. Si así era, mejor manejar hilos en Buenos<br />

Aires que comandar el Ejército del Norte.<br />

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