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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

Junto con lo ya expresado, para materializar esta educación excepcional en el<br />

viejo continente sobre un joven de su época, Bernardo debió efectuar largos viajes<br />

marítimos. Lo que le obligó a vivir extensas jornadas de navegación en los océanos<br />

Pacífico y Atlántico e incluso viajar por el difícil cabo de Hornos. Recordemos,<br />

además, que en su primer regreso frustrado desde España, fue afectado por el<br />

asalto del convoy en que viajaba, el cual estaba bajo la protección de naves de<br />

guerra españolas. En este asalto en alta mar, por parte de la escuadra inglesa,<br />

fue despojado de todas sus pertenencias, pero su dominio del idioma inglés le<br />

ayudó a sobrevivir y ser desembarcado en Gibraltar. En esta singular experiencia<br />

de combate, conoció personalmente lo que significa poseer buques de calidad<br />

superior, comandados por capitanes con conocimiento profesional. Toda esta rica<br />

experiencia marítima vivida por O’Higgins, le llevó a comprender y a tener una<br />

clara conciencia de la importancia del dominio del mar para obtener y mantener la<br />

independencia de América.<br />

Todo su conocimiento oceánico anterior, fue reforzado en aprecio tras el<br />

desastre de la batalla de Rancagua, provocado por fuerzas españolas comandadas<br />

por el general Osorio, las que habían llegado por mar para aniquilar a las fuerzas<br />

criollas, desastre que dio como resultado el término del período que se conoce<br />

como “La Patria vieja”. Este fue, sin lugar a dudas, un contratiempo muy grave<br />

y amargo en su vida; su retirada a Santiago y su posterior cruce de la cordillera<br />

hacia Mendoza, sirvió para salvar sus pocas tropas. Pero al mismo tiempo, le<br />

dio más de dos años para meditar las causas de esa derrota y madurar su visión<br />

estratégica, fortaleciendo su carácter de conductor militar. Fue esta derrota la que<br />

le convenció aún más de la importancia de ganar no sólo la guerra terrestre, sino<br />

también que era indispensable disputarle el dominio del mar a España.<br />

Para Chile, el concepto anterior quedó tempranamente definido en los albores<br />

de la república, en las palabras del propio O’Higgins, quien luego de la batalla<br />

triunfal de Chacabuco, confirmó su convicción de la naturaleza marítima de<br />

nuestro país, al expresar: “Este triunfo y cien más se harán insignificantes si no<br />

dominamos el mar”.<br />

Esta visión geopolítica de O’Higgins y el arduo trabajo encomendado a su<br />

Secretario de Guerra, Ignacio Zenteno, dieron como resultado que el 9 de octubre<br />

de 1818, zarpara del puerto de Valparaíso, al mando de Manuel Blanco Encalada,<br />

la flamante primera Escuadra nacional, conformada por los buques San Martín,<br />

Lautaro, Chacabuco y Araucano, actividad que fue observada por O’Higgins<br />

desde lo alto de Valparaíso, lo que lo hizo exclamar: “Tres barquichuelos dieron<br />

a los Reyes de España la posesión del Nuevo Mundo, estas cuatro tablas van<br />

a quitárselo” A partir de ese trascendental evento, empezó la titánica tarea de<br />

disputarle el dominio del mar al reino de España. Tarea que Blanco Encalada<br />

empezó a cumplir en forma brillante, recién iniciado su mando con la captura de<br />

la fragata Reina María Isabel y varios navíos realistas.<br />

Entre tanto, en Londres, el representante del gobierno de Chile, José Antonio<br />

Álvarez de Condarco, siguiendo las instrucciones de O’Higgins, consiguió que<br />

un famoso marino, miembro del Parlamento inglés y con una gran reputación en<br />

la guerra contra Francia, Lord Thomas Alexander Cochrane, aceptara mandar<br />

la naciente Escuadra Nacional. Él arribó a nuestro país con su esposa, el 28<br />

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