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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

indígenas 10 , acotando los límites del territorio y demostrando una preocupación<br />

preferente por la ocupación soberana del mismo. Pero por sobre todo, luchó por la<br />

unidad nacional, llegando a resignar el mando en beneficio de ese bien superior.<br />

Ese fue el momento más grande de su actuar público y privado, demostrando<br />

un coraje moral que lo eleva nítidamente por sobre sus pares Chilenos y<br />

americanos.<br />

Ese conjunto de valores fueron los que aportaron las certezas que permitieron<br />

a la sociedad Chilena decimonónica enfrentar el cambio, no sin problemas<br />

y diferencias, pero indiscutiblemente en mejor forma que el conjunto de las<br />

nacientes repúblicas americanas.<br />

En consecuencia, la figura de O’Higgins, trascendente y transversal, con su<br />

rico legado de obras y pensamientos, se yergue monumental y vigente de cara<br />

a las celebraciones del bicentenario, otorgándonos las certezas que requerimos<br />

para enfrentar a un mundo en cambio.<br />

Esas certezas están dadas por su subsistente ideario, pero además por la<br />

propia figura del prócer, que en si misma, constituye un elemento de cohesión<br />

nacional, alrededor del cual, la sociedad Chilena actual, puede reafirmar mediante<br />

un elemento concreto e integrador, su sentido de identidad, propio y diferenciador,<br />

necesario para insertarse con seguridad en un ambiguo mundo globalizado.<br />

Por sobre obras materiales, que con arrogancia nos señalan un relativo<br />

desarrollo económico, necesitamos símbolos más profundos, con indiscutido<br />

contenido valórico y que posean permanencia y trascendencia. O’Higgins, el gran<br />

americanista que jamás renunció a su acendrada Chilenidad, cumple con creces<br />

con esos requisitos.<br />

Las celebraciones de bicentenario, que requieren de un símbolo caracterizador,<br />

representan una oportunidad de oro para saldar la deuda de gratitud que tenemos<br />

los Chilenos con el héroe.<br />

Nos tardamos más de quince años para estudiar la restitución de sus títulos<br />

y derechos militares, lo que se logró sólo por la intervención del General Bulnes,<br />

después de su triunfo en Yungay, ocasión en que reclamó como premio, dicha<br />

reparación. No obstante ello, fue el propio Bulnes, ya Presidente de Chile quien<br />

debió promulgar en 1842 la ley que ordenaba el pago de los sueldos adeudados.<br />

Lo mantuvimos desterrado durante 19 años, hasta su muerte, y a pesar de<br />

ello jamás decayó el amor por su patria. Debieron pasar otros 26 años para que<br />

el gobierno decidiera repatriar sus restos. Sólo en 1872, treinta años después<br />

de su muerte, se erigió el primer monumento dedicado a su memoria, cuando ya<br />

existían los de Freire, San Martín y Carrera 11 .<br />

El buen genio de América, forjador de la República, autor de nuestra identidad<br />

e incansable luchador por la causa de la unidad nacional, merece todo nuestro<br />

reconocimiento y respeto, y que mejor ocasión para testimoniar lo anterior, que las<br />

celebraciones del bicentenario, oportunidad desafiante para que nuestra sociedad<br />

en conjunto, enfrente el futuro en paz y unidad, bajo la sombra inmarcesible de la<br />

monumental figura de don Bernardo O’Higgins Riquelme, el Padre de la Patria.<br />

10 Decreto de 4 de marzo de 1819; O’Higgins, Echeverría.<br />

11 WITKER, ALEJANDRO: “O’Higgins: Cultura y Nación”. Chillán 2006, Ediciones Universidad del Bío-Bío, p. 84.<br />

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