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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

Había llegado a Santiago premunido de una experiencia prolongada para<br />

asumir la gobernación. Ahora, sin mandos jerárquicos superiores en Chile que<br />

entrabaran sus expansiones renovadoras, proseguía la penúltima etapa de su<br />

brillante carrera, con una autoridad robustecida y amplia. Era el mejor conocedor<br />

de las situaciones difíciles que planteaba el cuidado de la Frontera. A ello se<br />

debe, probablemente por estimarlo innecesario, el retardo, por varios años, del<br />

Parlamento con los indígenas, institucionalizado como inicio de cada nuevo<br />

mando en la Capitanía General. Había salido desde la Frontera para asumir<br />

la Presidencia y Gobernación de Chile, después de un largo tiempo en que el<br />

manejo de las cuestiones indias constituyera una de sus preocupaciones diarias.<br />

Sólo el año 1792 estimó que debía satisfacer los deseos muy reiteradamente<br />

expresados por los naturales, disponiendo la realización del Parlamento de<br />

Negrete.<br />

Entretanto, la perspicacia del Capitán General miraba con inquietud el<br />

desarrollo de los acontecimientos internacionales. Sus corresponsales en España,<br />

entre ellos el padre Alejandro García, “su agente confidencial en Madrid”, como<br />

lo llama Gustavo Opazo, lo informaban con regularidad de los sucesos políticos<br />

de importancia, de tal modo que muchos de sus juicios se amparaban en el<br />

conocimiento fundado de las tendencias predominantes en la Península 97 .<br />

Las nuevas ideas se proyectaban principalmente desde Francia y Norteamérica<br />

hacia las colonias, intercaladas en el comercio de contrabando. Don Ambrosio fue<br />

uno de los primeros en advertir este potencial peligro para la Corona, más fuerte y<br />

de mayor penetración y poderío que las armas o el dinero.<br />

El problema creado por los barcos no españoles, que algunos autores han<br />

llamado los “navíos de la libertad”, dedicados al comercio ilegal en las costas de<br />

América y las continuas acechanzas enemigas que derivaban de los conflictos<br />

internacionales en que se involucraba la metrópoli, permitieron a don Ambrosio<br />

renovar la vigencia de sus opiniones ante la Corte, para el mejor resguardo de los<br />

intereses imperiales en América, mientras seguía cultivando, con igual sagacidad<br />

que en el pasado, sólidas relaciones de confianza y amistad con numerosos e<br />

importantes jerarcas españoles.<br />

Todo parecía indicar que la carrera de don Ambrosio concluiría como Capitán<br />

General; pero, durante los años que gobernó Chile, su personalidad “en vez de<br />

agotarse, no cesó de ascender” 98 .<br />

Encina cree que su nombramiento como Virrey fue un reconocimiento<br />

inesperado, al sostener que “No es, pues, extraña la profunda impresión que<br />

experimentó al imponerse en Valdivia de la real orden que lo ascendía al Virreynato<br />

de Lima en reemplazo de Francisco Gil y Lemos, con $ 65.000 de sueldo” 99 .<br />

Una de sus cartas de agradecimiento repite, sin embargo, el mismo estilo que<br />

conocimos en la correspondencia originada en la búsqueda de apoyos para su<br />

designación como Gobernador de Chile. La aparente inexistencia de acciones<br />

97 Gustavo Opazo: Don Ambrosio O’Higgins Intimo, p. 39.<br />

98 Francisco A. Encina: Historia..., Tomo 8, p. 84.<br />

99 Francisco A. Encina: Historia.... Tomo 8, p. 96.<br />

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