REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
El grueso, divisiones O’Higgins y Soler, más la retaguardia al mando de San
Martín, cruzarían el macizo andino por el paso “Los Patos”, para caer sobre
Putaendo; la división Las Heras lo haría por el paso de “Uspallata”, para llegar
a Santa Rosa de los Andes. Ambas agrupaciones debían contar con la fuerza
suficiente para rechazar a las fracciones que resguardaban los pasos o que
pudiera Marcó del Pont enviar contra alguna de ellas, y sincronizar su avance
de tal manera de alcanzar, al mismo tiempo, el valle del Aconcagua y ocupar
simultáneamente San Felipe y Los Andes.
El ejército, después del cruce de la cordillera, se reorganiza en Curimón. Las
fuerzas realistas de San Felipe y Los Andes, son rechazadas y se retiran hacia
Colina.
San Martín dispone el avance del ejército, durante la noche del 11 de febrero,
para alcanzar la cumbre de la Cuesta de Chacabuco y atacar a las fuerzas
realistas al amanecer del día 12. Soler tomó el camino más largo, O’Higgins el
más corto pero más accidentado. O’Higgins, llega primero a la cima, se enfrenta a
300 soldados realistas; quienes ante la decidida acción patriota se retiran cuesta
abajo.
O’Higgins organiza su división, y en un segundo ataque, en una acción
coordinada de su infantería y su caballería, logran romper el dispositivo adversario,
iniciando éstos la retirada.
Llegan las tropas de Soler y cooperan en la destrucción y desorganización del
adversario. San Martín dispuso la persecución, pero esta fue “limitada”, y obtuvo
escasos resultados.
O’Higgins solicitó 1.000 hombres de la división Soler, para impedir que las
derrotadas tropas, se trasladaran a Valparaíso. Su apreciación militar fue acertada,
pero San Martín no autorizó esta acción. El no concretar esta persecución permitió,
sin desearlo, que estas fuerzas se embarcaran y posteriormente volvieran a
enfrentar a los patriotas; además, hizo posible la “guerra a muerte” apoyada por
el alzamiento permanente de las tribus más belicosas de la Araucanía.
Chacabuco debió ser la última batalla para liberar a Chile, por ser el hecho de
armas más trascendental de América Latina, ya que gracias a ella pudo formarse
la Escuadra Nacional, que conquistó las costas del Pacífico, y dejó aislado al
virrey Pezuela en Lima; sin poder enviar refuerzos a Nueva Granada y Venezuela,
permitiendo que Simón Bolívar pudiese realizar sus exitosas campañas.
Recordemos aquellas palabras del prócer, en Chacabuco:
“Este triunfo y cien más se harán insignificantes si no dominamos el mar”.
Después de Chacabuco, O’Higgins fue designado Director Supremo por el
Cabildo constituido para tal efecto, el 16 de febrero.
Freire, que había cruzado la cordillera por el paso del Planchón, se encontraba
desplegado en la línea del Maule, para impedir el paso de los realistas dispersos. Al
tener conocimiento de la organización española en Talcahuano, solicitó refuerzos
para impedir su fortificación. San Martín envía al coronel Juan Gregorio de las
Heras con un grupo de refuerzo. En su avance hacia Concepción, Freire y Las
399