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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

venido al mundo en circunstancias tan anormales como el suyo propio y pasó a<br />

ocupar un sitio en su corazón que sabía de debilidades humanas”. Se presume<br />

que a la edad de tres años, O’Higgins retiró al niño del hogar de su madre. Muy<br />

pequeño emprendió el viaje del destierro. Don Bernardo lo llevó consigo y desde<br />

entonces vivió habitualmente con él en su casa de Lima. Recibió una esmerada<br />

educación. “Pero tampoco fue ajeno a los convencionalismos de la época”.<br />

O’Higgins no lo sentaba a su mesa delante de extraños, contaba el general José<br />

María de la Cruz que lo visitó en Lima.<br />

De la pasión surgida entre doña Rosario Puga y don Bernardo O’Higgins es<br />

difícil precisar un conocimiento más profundo. Tiempo después fue revelada<br />

la correspondencia entre doña Rosario y su hijo Demetrio. “Son diez cartas de<br />

doña Rosario las que se conservan, desde 1847 a 1852. De don Pedro Demetrio<br />

O’Higgins y Puga a su madre se conservan sólo cinco, de entre los años 1847 a<br />

1850. Todas ellas de una gran atención y cariño para su madre”.<br />

El 3 de enero de 1858 falleció doña Rosario Melchora Puga y Vidaurre, en su<br />

casa de la calle Santo Domingo en Santiago de Chile.<br />

Luego de los dramáticos acontecimientos que llevaron a don Bernardo<br />

O’Higgins a la abdicación, tuvo un repentino propósito, viajar él solo a Europa;<br />

manifestó entonces a su madre que la dejaría para no someterla a privaciones.<br />

Pero su hermana le respondió dolida: “No, mi amado hermano. Nunca creeré<br />

que te separes abandonándonos en este país. Sábete que sería lo mismo<br />

que conducirnos al sepulcro. Nuestra madre, como yo, estamos resueltas a<br />

acompañarte en las adversidades y trabajos, y, si fuese posible, la vida misma<br />

sería sacrificada por tu existencia. Más careciendo de tí, también perecemos con<br />

el desconsuelo de tu vista”.<br />

En los aciagos días, nuevamente su hermana fortalecerá su espíritu: “Pero<br />

¡ah! mi amado hermano, decía doña Rosa en una de sus cartas, no será la Patria<br />

la ingrata. Ella compensará siempre tus sacrificios, y aquel Dios que desde su<br />

firmamento está mirando el corazón de los hombres, recompensará al que lleno<br />

de honor y de virtudes supo desempeñar el cargo que se le confió”. (Carta fechada<br />

el 2 de marzo de 1823).<br />

EL OSTRACISMO<br />

El 17 de julio de 1823 zarpó de Valparaíso la corbeta “Fly”, rumbo al Callao.<br />

Con don Bernardo O’Higgins Riquelme embarcaron su madre, su hermana, su hijo<br />

Demetrio, su sobrina Petronila Riquelme, la indiecita pehuenche Patricia y Juan<br />

José Soto, “el hijo de Victoriano con quien saliera de Los Ángeles para unirse a<br />

Carrera cuando llegaran Pareja y la primera invasión realista”.<br />

El albergue y refugio que el pueblo peruano otorgó al ilustre capitán general de<br />

los chilenos, le fue brindado con afecto, respeto y honor. Don Bernardo, su madre,<br />

hermana y demás familiares se instalaron en la hacienda de Montalván. Largo,<br />

sombrío y muchas veces nostálgico, fue el ostracismo del Libertador O’Higgins,<br />

pero en su soledad más íntima la presencia cálida y tierna de su madre y hermana,<br />

“animaron y hasta embellecieron los tiempos del destierro.”<br />

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